11/10/2007

No estaban muertos

Ni andaban de parranda. Pero llegar a organizarse ha tomado toda nuestra atención. Queremos empezar un negocio propio en Colombia, escasos de fondos y repletos de ideas. Eso nos ha ocupado los últimos días.
Me gusta vivir aquí, ver la gente desde lejos, sentir el silencio, que la noche sea noche y todos duerman.
Una ciudad que nunca duerme vela el sueño de todos, la ciudad los gobierna (como la mano que mece la cuna). Imagina esa ciudad que no duerme, jamás descansa, está siempre despierta, sin los ritmos de regulación del sueño y la vigilia. No para nunca, no se detiene, no existe el silencio en ningún lugar público.
Pero Bogotá silenciosa duerme cuando yo duermo y no induce sueños citadinos en mi mente.

2/10/2007

Aprendiendo a empezar

Estamos de vuelta y nos encanta. Deleitarnos con el clima tropical, el sol despertándonos (con esfuerzo todavía en este mini jet-lag que nos aqueja), la comida con calor de hogar, las arepas y las tiendas que venden de todo, la gente sonriente y la eterna primavera.

Hoy empezamos a concretar lo que todavía es abstracto, un paso a la vez. Apendiendo más y más cosas, con un futuro nuevo y una oportunidad para cambiar, para crecer, para seguir la aventura.
Lo que bien empieza bien acaba.

25/09/2007

Volvimos!

Hola, gente.
El avión nos trajo sanos y salvos. Contra todos los pronósticos, nos cupo todo en la maleta (apenas 5 kilos de más que no fueron problema). Acabamos de llegar, ni siquiera hemos desempacado y no tenemos ni siquiera una idea remotamente clara de lo que serán los próximos días. Yo todavía me siento un poco en estado de shock, de modo que no me extenderé en detalles, estamos cansados pero felices de estar de vuelta en nuestro país.
Colombia es maravillosa.
Y no vayan a creeer ahora que este blog se acaba porque volvimos, no señor, porque el viaje una vez empieza, nunca termina. Sigan pendientes.

20/09/2007

Empacando

Estamos haciendo maletas (quizás con más tiempo del que acostumbramos normalmente). Estamos clasificando en "lo que toca llevar", "lo que queremos dejar", "lo que se podría dejar", "lo que se lleva si cabe", etc. Quizás son muchas clasificaciones.
Nuestro principal componente en peso son libros que debemos acomodar con la ropa y demás menaje hasta completar 60kilos de peso en bodega (por los dos). En esas estamos. Y tratando de conocer trozos de Buenos aires que se habían quedado por fuera. Y esperando que escampe porque ha llovido todo lo que secó en invierno. Y cacharriando mucho en el computador. Y comiendo carne.
Hay fotos nuevas en flickr, en compensación por la brevedad del presente.

12/09/2007

Ah, me olvidaba!

Decidir las cosas es hacerlas. Nuestro viaje a Colombia se concretó de repente y en dos semanas estaremos pisando suelo bogotano. Para plantar en tierra colombiana nuestros sueños. En efecto, nos volvemos en avión para mantener la excusa siempre vigente de querer volver a Bolivia y Perú en cuanto hayamos conocido lo que no conocemos todavía de Colombia.
Que los ángeles nos protejan a todos.

Hay fotos nuevas en Flickr

Una pequeña muestra, de un día de ocio que me dí, de dejar de pensar tanto (¿o por qué creen que no he vuelto por aquí?)
Bueno, un vistazo a las fotos del fin de semana, caliente como Villeta. Yo pensaba que el paso del invierno al verano a través de la primavera era una cosa gradual. Pero se calentó, de repente, tres días de calor y humedad, con bastante sol en medio y la preocupación general de la gente que empieza a especular cómo será el verano si esto es todavía invierno...
Una bendición, en todo caso, después de meses de pulóveres y pantalones que hicieron retroceder mi bronceado (snif).
Y ahora, ayer y hoy, declaramos encierro frente a la pantalla porque ha llovido al menos cada tres horas, si no de continuo. Humedad y un poco de frío se cuelan por el patio semicubierto (en casa llueve más que afuera). El gato se la ha pasado encerrado con nosotros durmiendo en todas las posiciones imaginables como solo los gatos saben hacer.
Benditos sean.

6/09/2007

Más de eso

La temperatura está comenzando a subir. Ya se puede estar en la calle en un restaurante, caminar de noche. Ponerse menos ropa. Los ánimos parecen más alegres y algunas flores se adelantan. Ya todos queremos dejar atrás las bufandas y una noche fresca ya nos sienta bien. Salimos a caminar por caminar. Ahora disfrutamos mejor de la ciudad, de lo que hay aquí y solo aquí. ¿Qué de Buenos Aires? La primavera se acerca, y sin tanto saco encima, se pueden tomar decisiones importantes.
¿Y ahora qué? Empezar otra vez. Mientras tanto. Quizás. Podría ser. Pensándolo bien...
Caminamos por el jardín de senderos que se bifurcan, y a cada paso de nuestra marcha se presentan opciones, como en un ramillete. No son opciones buenas o malas, ni hay en ellas buenas o malas decisiones. Son simplemente caminos distintos. Pero no importa el camino que se empiece a recorrer, porque todos los caminos son iguales. Importa el recorrido, importa lo que tu corazón te dice que hagas, los caminos que tienen corazón.

Como dice una canción de Bunbury:
No sé si nací para correr,
pero quizás sí que nací para apostar.


Dejarlo todo y aventurarse a un futuro incierto. Detenerse y comprometerse con un lugar. Las dos posiciones tienen sus riesgos, sus compromisos propios, sus probabilidades e improbabilidades. Pero se trata, en últimas de estar siempre de viaje. ¿Hay tiempo? Aprovechémoslo, entonces. ¿No hay dinero? Y, ¿qué querés que te diga? Cruzados de brazos no nos vamos a quedar. Queríamos viajar, y estamos de viaje. Todo viaje es maravilloso, bello y alucinante.

Nos despojamos de peso en nuestro equipaje, cosas que no sabíamos que iban ahí, que pesaban más que todo lo que llevábamos. Y después (así dicen aquí) están todas las cosas que pasaron, las cosas y la gente. Que pasaron y que nos pasaron, nos cambiaron, ampliaron nuestra perspectiva. Sobre lo que queremos. Sobre lo que es importante. O lo que vale la pena. Sobre la felicidad y las pequeñas felicidades. Pensamos (hasta el cansancio) y nos re-pensamos.

De viaje, estamos. Lo estamos de todos modos ya que, una vez inicias el viaje, no hay retorno posible. No somos los que éramos antes, ni hace un año, ni hace un mes. La vida avanza sin detenerse a esperar que terminemos de pensar en ella (como lo decía John Lennon, ya nos lo habían recordado por aquí), y aunque nos quedemos quietos en un lugar, cambiamos y crecemos de muchas maneras. Cuando salimos de Colombia, dijimos que por lo menos estaríamos de viaje un año. Nunca pensamos que en tan poco tiempo se pudieran vivir tantas cosas ni que cambiáramos tanto. El viaje ha superado todas nuestras expectativas, nos ha enseñado más que cualquier profesor. Pensamos que necesitábamos mucho tiempo para tener un propósito claro al regresar y sucedió que reconfiguramos nuestras historias en meses.

Ahora sabemos que el viaje no es tan difícil como pensábamos, que para irse basta con decidirlo e irse. Queremos seguir viajando, largo y corto, cerca y lejos, jóvenes y no tanto, porque los viajes alimentan el alma y rejuvenecen el cuerpo. Ahora es tiempo de estar en un lugar, de concentrarse y trabajar en nuestros proyectos, en nuestras propias vidas y en posibilitar esos futuros viajes. Si es para errar, cualquier lugar es bueno, en todas partes. Pero si es para quedarnos, Colombia es nuestro favorito.

1/09/2007

Más de por aquí

Fotos del trole tramo bonaerense, tomadas por David Pérez aquí:
http://www.flickr.com/photos/davideperez/891119053/in/photostream/
Buenos Aires no deja de sorprender.

30/08/2007

Sobre ciertas determinaciones

Por un lado podría decir que es Buenos Aires, la ciudad de la furia que escuchábamos siempre de labios de Cerati, Fito o Charly, en canciones que no suenan igual una vez que estás acá. Y el tango que te hace suspirar por amores propios pero en tierras lejanas. Han sido días maravillosos, Buenos Aires, y sé que el invierno  no es tu mejor época. Semanas enteras de frío. Los pies fríos todo el tiempo que estén lejos del sol o de una estufa. Y sí, ya llegará la primavera, eso queremos, despedirnos por las buenas, porque luego viene el verano, del que a nadie he oído hablar bien. Si ser puerto era tu mejor razón para existir, bien podrías comportarte como tal y no dejarnos sin tienda a las 10 de la noche, sin variedad de hortalizas cinco cuadras a la redonda de cualquier avenida principal, sin red de internet wi fi pública en el centro, sin más opciones en el supermercado que fideos con tuco. Hay quien dice que esta es una ciudad que se ama y se odia al mismo tiempo, pero a mí no me gustan los amores tormentosos, me parece que lo dejan a uno vuelto nada.
Así que, mi Buenos Aires querido, te decimos adiós por muchas razones. Ahora me acuerdo de cuatro, por ejemplo:
porque ya hicimos las cosas que vinimos a hacer aquí (más bien rindió),
porque la suerte no ha querido que enganchemos en estas tierras (aunque lo intentamos, y la terca vehemencia no me parece necesariamente una virtud),
porque de todos modos nos va a tocar trabajar duro, aquí o en Cafarnaúm, para que empiecen a funcionar los proyectos que se han cristalizado en estos meses. (Si vamos a trabajar, que sea en algo que nos guste, y si así ha de ser, en una tierra que nos guste. Algo chiquitico, de nuestro tamaño, donde todo quede más cerquita, donde salir de la ciudad sea más fácil y más evidente, donde el frío dé paso a días soleados así como el verano deja colar días nublados ),
y porque si hemos de invertir en algo, que sea en nuestro suelo que necesita gente con ganas de trabajar.
Sí, nos volvemos. Lento o rápido no lo sabemos, quedan muchos kilómetros por el camino, pero vamos rumbo al norte. Apenas un par de meses acá para empacar maletas y marchar.

22/08/2007

Después de La Plata

No es el mismo Mar del Plata, para contestar a una pregunta. Lo que pasa es que como estamos al lado del río de La Plata, aquí todo tiene que ver con eso. La Plata queda a una hora y media de Buenos Aires en tren sin calefacción, lo que hace que parezcan dos horas o más.
Nos hospedó Luis Gustavo Urzúa, un cantor de tango que salió de Bahía Blanca, pasó por Buenos Aires y, como a muchos, la ciudad lo sacó a tierras más tranquilas. Vive en La Plata hace varios años, da clases de música en la universidad y tiene un dúo con un guitarrista. Nos enteramos de cosas tan increíbles como que, hace cinco años, Buenos Aires no era tan turística como ahora. La crisis de la moneda desató una avalancha de extranjeros que llenaron la ciudad de restaurantes, cafés, tanguerías y tiendas de música y souvenires. El tango explotó y ahora se consigue en cualquier esquina (lo que hace que encontrar algo de calidad no sea tan fácil).
Pero estaba hablando de La Plata. Es una ciudad pequeña y tiene la particularidad de haber sido diseñada por los masones. En el plano de la ciudad se ve el cuadrado central que contiene la ciudad en sus orígenes (ha crecido desordenadamente fuera de ese cuadrado), con el símbolo masón de la escuadra y el compás sobre un triángulo. Básicamente se trata de una cuadrícula atravesada por varias diagonales principales que hacen que el transporte por la ciudad sea rápido.
Hay varias plazas, un bosque grande con zoológico al estilo de Mendoza que la lluvia no nos dejó disfrutar, muchos árboles que en primavera se deben ver espectaculares, y un ambiente tranquilo. La Catedral es uno de los atractivos turísticos, grande (sobre todo alta) de estilo neogótico (tipo Lourdes en Bogotá), pero terminada recientemente. Es la primera iglesia que conocemos que tiene un café restaurante en la planta baja (para entrar a la iglesia se suben unas escaleras). Hay acceso al restaurante desde la calle, o desde el interior de la iglesia. Hay una escultura de un arquero en la plaza que apunta directamente a la iglesia, cortesía seguramente de los masones.
La Plata es una ciudad universitaria, por lo que en la noche siempre hay cosas para hacer. Sin embargo, nosotros hicimos plan "privado" de visita en la casa de Elisa, la novia de Luis. Ella comparte apartamento con otras dos amigas de cuyo nombre no puedo acordarme. Nos abrieron las puertas para pasar una velada muy divertida conversando de todo un poco y asombrándonos un poco de cada cultura, la argentina y la colombiana. Comimos hamburguesas, tomamos cerveza y nos enteramos que no somos muy diferentes.
Gracias a Luis, a Elisa y a sus amigas (¡les quedamos debiendo la cerveza!).
Cosas para apuntar de La Plata: La ciudad es re-tranqui, como dicen aquí. Todo es más barato que en capital. Hay mucho verde y poco trancón. Hay que volver en primavera. Y bueno, hay fotos de casi todo esto en Flickr (click aquí).

18/08/2007

La Plata

Hoy nos vamos a La Plata, a una hora y media de Buenos Aires, a pasar una noche allá. A salir de esta ciudad asfixiante. A sentir el frío en otras calles. Yo tengo sueño, y El Andy también. Buenas noches. Hablamos al volver.

15/08/2007

Mientras pasa el invierno

Han sido días pesados, de búsqueda de trabajo, de toma de decisiones, de inicio de proyectos nuevos. Salimos del centro, y en Boedo las cosas parecen marchar mejor. El gato sigue siendo un maleducado, es verdad, se sube encima de todo, se mete en cualquier parte, a veces nos desespera. Pero esta casa es más nuestra, y todos somos más compatibles.
Parece que el renegado diseño gráfico nos va a mantener por estos meses mientras decidimos si queremos pasar el verano aquí. Al menos hay intenciones de trabajos free-lance, que es más de lo que había antes. Y la primavera se acerca con un brillo de esperanza.
Hay fotos nuevas aquí.

12/08/2007

Mataderos

Estuvimos en la feria de Mataderos. Había muchos artesanos de cosas típicas argentinas, recuerdos, mantas, cosas de cuero. Y grupos que tocaban en una tarima presentados por un gaucho que pugnaba por volver a las raíces. Sambas de tamboras y gauchos de sombrero. Bailes que, vistos en conjunto, parecen bailes de salón, todas las parejas haciendo el mismo paso, levantando los brazos, girando y aplaudiendo al mismo tiempo. El gaucho me saludó y todos los asistentes se enteraron de que era colombiana y bogotana y que llevaba tres meses en Buenos Aires, estudiando y viviendo. Aplausos generales, charla con gente de otras nacionalidades. Nos reímos montones, Leticia, Lucie, Conrado y yo.
Desayunalmuerzo tardío en una parrilla típica, milanesas, tapa de asado, fritas, eso es lo que me gusta de esta ciudad. ¿Viste?
Algo de fotos de la feria, creo, por acá.

Ezeiza

Ayer fui a recoger a Leticia al aeropuerto Ezeiza. Viajó desde Bogotá y será nuestra vecina de cuarto. Tomé el colectivo 86 que, después de una hora y media de viaje, debía dejarme en Ezeiza. Me percaté que no tenía suficientes monedas y tuve que bajar, cambiar moneda y tomar el siguiente bus. Pagué $0.80 y no le dije nada al conductor. Al cabo de hora y media de recorrer calles en provincia, llegamos a un parqueadero en la mitad de la nada, rodeado de casas bajitas y poca actividad en las calles. No parecía haber mucho aparte de la gente que vivía allí. -Yo llego hasta aquí, me dice el conductor. Resulta que Ezeiza es el destino de otro ramal de la línea 86. Como yo no informé mi destino al subir, no me enteré de mi error. Debo regresar media hora de viaje y tomar entonces el colectivo correcto. Otro conductor acepta llevarme gratis de vuelta hasta la rotonda. Tomo el 86, esta vez con destino Ezeiza. Resulta que el viaje vale $1.25. En monedas sólo tengo $0.90 (el viaje normal cuesta $0.80). Nadie en el bus tiene para cambiarme $5 (de hecho, nadie tiene nunca para cambiar billetes). Un porteño me dona $0.50.
Llego a Ezeiza con una hora de retraso. Justo a tiempo para alcanzar a Leticia y devolvernos (¡sí!) en taxi. Qué bueno es volver a casa.

7/08/2007

Se llama Arigato

Se sube encima mío, sobre los hombros. Se me sienta en el regazo. Me quita el puesto cuando me levanto. Ataca mis pantorrillas. Se sienta sobre el teclado cuando no lo veo. Hace equilibrio sobre la torre de libros allá atrás. Juega con todo lo que se deje mover. Se mete en el cuarto aunque cierre todas las puertas y ventanas. Hace ruido. Duerme sobre mí por las noches. Se acuesta enfrente del calefactor. Saca la basura de la bolsa.
Y se llama AriGato.

6/08/2007

Más en casa

Nueva casa, nuevo barrio, nueva gente, nuevo gato. Ahora vivimos en Boedo, más lejos del centro, menos edificios de diez pisos, menos ruido. Ya no somos tan mòviles como hace tres meses y los taxis en esta ciudad no son tan chéveres cuando llevas un colchón. No quisieron llevarnos con todo y tuvimos que traer en el subte (bajar escaleras, subir escaleras, hacer trasbordo, bajar escaleras, subir escaleras) la mitad de las cosas para no parecer un trasteo.
Nueva casa. El gato se me enreda en las piernas cada que quiere, tenemos calefacción en el cuarto, y todo está lo suficientemente desordenado como para sentirnos cómodos. Nadie nos ha preguntado demasiadas cosas. Sí, es más pequeño, menos luminoso, menos central, pero me siento más en casa.

2/08/2007

Mucho sermón y poco pescado

Anoche, que coincidencialmente estábamos todos los de la casa, se hizo un encuentro grupal, para permitirnos escuchar y ser escuchados sin juicios. Yo aprendí dos cosas: uno, que a esta casa le sobran los encuentros grupales (meditación los miércoles, yoga los lunes, rei-ki cada tanto, fiestas y amigos comunes), pero le falta comprender y aceptar la individualidad. Vivir en comunidad no es compartir un espacio común con el otro, sino aceptar al otro en sus particularidades. Sólo así se puede construir un puente común, que tiene un apoyo en cada mundo individual. El encuentro se teje, no se impone. El respeto se merece, no se exije. Lo otro que aprendí es que el abuso de autoridad se perpetúa por la complacencia de los propios abusados. Sufrir y callar. He ahí el germen de la dictadura, o del cáncer. Y veo que la religión a veces disfrazada de mística, alimenta el abuso, venera el sufrimiento como algo deseable y grandioso, porque hay que sufrir para ganarse el paraíso.
¿Pero es que la vida tiene que ser un camino tortuoso para superarnos, para constantemente perfeccionarnos, para esforzarnos en interminables procesos internos? ¿Acaso no somos ya perfectos? ¿No somos, o eso dicen, una "perfecta imagen de la divinidad"? Entonces ¿por qué no dejar que ella se exprese a través de nuestras diferencias, con lo que nos hace ser nosotros?
Y bueno, ya no digo más, porque esto se está volviendo, también, un sermón. Que cada quien siga el camino que eligió.

De cumple

Bueno, tenemos casa nueva, al menos por el próximo mes. Se concretó esta mañana, cuando Andrés fue a ver una habitación disponible en una casa que viven otras 3 personas. Yo me quedé en casa, porque después de una semana me convencí de que si no le guardo estricta cama a mi tos, en este clima, no se me va a pasar nunca. Yo me he estado cuidando, como haría uno en los países tropicales, salir más bien poco (he faltado a un par de clases pero he ido al locutorio), estar casi todo el día dentro de la casa y cargar con el caloventor por toda la casa. Pero el invierno no es cosa de broma, cuando uno está enfermo, y un invierno sin calefacción no tiene mucha gracia. Sobre todo en estos días, el frío se siente apenas uno sale de la cama, así que estar deambulando por ahí no es muy bueno. Y el caloventor es una de esas cosas, creo que ya lo había dicho antes, que uno no lo sabe de cierto, pero una mamá diría que no es bueno. No para las vías respiratorias, al menos, un flujo constant
e de aire circulando por el cuarto. Hoy solamente he salido de la cama para ir al baño. Y me siento mejor que ayer a la misma hora. Ahora agradezco no tener trabajo todavía y poder guardar cama mientras me curo. Andrés ha tenido que salir en las noches, pero sus defensas son mejores, porque aunque a él también lo iba a agarrar la peste, ya está casi bien. O quizás es por ese efecto que tienen las parejas de que si uno de los dos se enferma, el otro procura estar bien para poderlo cuidar, que es lo que él ha hecho conmigo.
Bueno, pero el tema era otro, tenemos nuestra nueva habitación desde el sábado, y hasta que encontremos algo para los dos (quizás la vida en comunidad no sea nuestro fuerte). Tendremos internet legal, menos cantidad de gente extraña, y un gato. Y a lo largo del viaje, hemos aprendido que los lugares en que viven gatos son buenos lugares (y esto es verídico en un 90% de los casos). Eso es una buena señal. Es mejor solo que mal acompañado, pero es mejor con un gato que solo. Y casa nueva el sábado, para el domingo, será mi regalo de cumpleaños.

30/07/2007

Instantáneas

Hoy fui a dejar a Andrés al trabajo. Hacía un frío de pedos, salía vapor al hablar.

Nos vamos por corrientes hasta el Obelisco y de ahí tomamos la diagonal Roque Saez Peña, hasta Florida, que es peatonal. Ahí estamos a dos cuadras, que aquí en el centro es como decir que fueran tres o cuatro.

De ida, el relato de cómo no atracaron a David, uno de los chicos de la casa: De noche, alguna esquina, esperando colectivo. Dos hombres se le acercan y le piden dinero. -No tengo dinero. Lo miran, de arriba a abajo y uno de ellos lo enfrenta: -Pero está muy arregladito, algo debe tener.
Intercambian otro par de frases y empiezan a registrarlo. Él protesta: -Che, déjenme en paz, estoy trabajando. -¿Ah, sí? ¿Y en qué trabajás? -¿Y vos en qué creés que trabajo si estoy en una esquina, de noche, sin dinero y todo arregladito? El hombre todavía insiste: -Pero por aquí no pasan mujeres... -Es que no trabajo con mujeres. Esto seguido de los gritos del hombre: -¡Me das asco! ¡Me das asco! ¡Sos una puta!
Lo dejaron en paz.

De vuelta, un par de cosas de apuntar:

Salida de un teatro. Alguna obra para niños, o quizás una película, anunciada por una niña-cómic de pelo rosa. Niñas con pelucas rosa, vestidas de rosa, de la mano de sus padres. Todas iguales, unos ocho años en promedio, pelucas de pelo lacio y brillante, hasta los hombros y con capul. Vendedores de pelucas rosa por toda la acera. Y diademas de estrellitas. Y capas rosa.

Corrientes y Libertad. Me topo con una marcha. Otra. Una de las tantas que hay en Buenos Aires. Cada semana oigo al menos tres. Gente con pancartas. Fotografías impresas con el nombre debajo. Pancartas que piden justicia. Camino a contracorriente (a contraCorrientes), leyendo los avisos. ¿Pero quiénes eran? Aquí no hay secuestrados, al menos no tantos de forma oficial, porque cuando se habla de la desaparición siempre lo acotan al final con un "pero debe haber un montón". Más de uno, al menos.
De pronto alguien me grita desde la acera: -¡Cromañón! Me le acerco y el hombre le pregunta a un muchacho que va en la marcha si son los de Cromañón. Pienso que la mirada del joven es dolorosa. Pero lo confirma, son los familiares de los jóvenes que murieron en Cromañón, que no es un hecho desconocido para ningún argentino, lo llevan vivo en la sangre. La silenciosa marcha se aleja. ¿Otra?
Le pregunto al hombre por qué ellos no llevan, como todas las demás marchas que he visto, una hilera de policías que atraviesa la calle caminando detrás de todos. Me dice que no hace falta, porque se sabe que si se hace un quilombo, se protegen entre todos, están todos juntos, se apoyan entre sí. Además, ¿quién les va a armar un quilombo, a ellos?

¿Eh?

La ñapa para coleccionistas: Si algo es lejos, en la m..., es que queda en la loma del orto.

27/07/2007

Noche de viernes

El frío no ha cedido, como nos hizo creer hace una semana. El sol brilla a diario, y te deslumbra mientras el viento helado te congela la cara. Andrés fue hoy a su primer día de trabajo empacado en una chaqueta gruesa, gorro, bufanda y guantes. El trabajo, que consiguió en tres días, queda a cinco cuadras de la casa, que ya pronto no será nuestra casa. Oficialmente lo llaman "operador de chat" y su tarea es conversar vía celular con gente en Miami sin revelar que realmente está en un computador en Buenos Aires. Seis días a la semana, seis horas diarias. El día franco lo puede escoger él, así como escogió el turno nocturno. Todavía no regresa, así que no sé cómo le habrá ido.

Por mi parte, y por pasar el tiempo, o por hacer algo en la noche de viernes en que todos salen menos nosotros (la vida de rumba es una larga sucesión de fiestas iguales) asistí a una charla sobre el poder místico del canto. Un señor que estuvo en un monasterio de grecia hace años y que ahora ofrece charlas gratis en un centro de yoga a dos cuadras de Corrientes nos habló de la musa griega, de la verdad que se hace visible a través del canto y de la belleza que revela la verdad. Yo quería cantar, pero el asunto era teórico, así que me devolví las seis cuadras hasta la casa cantando una canción de Aterciopelados que aquí no han oído ni en curvas, animada por la convicción de que todo hombre puede cantar. Nadie me hizo demasiado caso, pero el frío cedió ante mi buen ánimo.

Ahora escribo esto en el cuarto calentado a duras penas por nuestro mini calefactor, imaginándome que tenemos una estufa de leña, como la que había en el centro de yoga junto a la réplica del Pensador, de Rodin. Él lo situó, en su conjunto de esculturas, coronando la entrada del Infierno.

25/07/2007

Te extrañamos, Colombia

Sonia está con tos hace dos días. Conrado está cuidándola montones. El frío regresa a ratos, a veces disfrazado de lluvia. Las clases están por terminar, al menos para Sonia, que ya no quiere que su tarde se parta en dos, tres días a la semana. La búsqueda de casa sigue su rumbo, incluyendo un hostal donde puedan estar tranquilos hasta conseguir casa de verdad, o decidir el futuro en mediano plazo. La ciudad consume las energías aunque no se trabaje en ella. O sobre todo cuando no se trabaja, quizá.
Sonia y Conrado quieren estar tranquilos por un tiempo, no rodar de un lugar a otro. Respirar por un rato, sin preocuparse del dinero, del lugar para vivir. Pero es la vida del viajero, ¿de qué se quejan? De nada, solo que de cuando en vez hace falta un lugar propio.

Sabemos dónde está nuestra casa, allá esperándonos. Vamos a trabajar por ella. Con una sonrisa en el ánimo.

23/07/2007

El mapa

Pueden ver el mapa que publiqué en Flickr, para descargar. Se los debía hace rato. La imagen sobre Colombia es un cromo de las tradicionales chocolatinas Jet, el número 462. CAFÉ.
Mi tarea de hoy para poesía visual.

Nómadas empedernidos

Ya que nos hemos vuelto nómadas, y como para no perder la costumbre, estamos buscando casa otra vez. ¿La razón? Al parecer la más común para las viviendas compartidas: convivencia. Básicamente se trata de esto: en la casa vivimos ocho personas. Siete de nosotros nos llevamos bien, nos dejamos ser. Pero el octavo pelea con cada uno de los otros siete, de manera recurrente. Y es justamente quien tiene la sartén por el mango. Al menos cuatro personas en los últimos cinco meses han abandonado la casa por estos conflictos.
Nos negamos a vivir en un lugar en el que tengamos que preocuparnos por cosas de las que nunca nos hemos preocupado en absoluto. Nos negamos a vivir en un lugar en donde las discusiones, los gritos y los insultos se vean como algo normal. Nos negamos a ayudar a pagar los gastos de una casa en la que vivimos ocho pero decide uno. Nos negamos a vivir en un lugar en el que debamos luchar nuestro espacio y nuestras costumbres cada vez, en el que exista un policía interno que esté vigilando y controlando todo. A mí me parece que es demasiado trabajo, esto de los conflictos. Que se debe poder vivir más fácil, que si todos nos dejamos ser como somos es mejor.
Y bueno, estamos de búsqueda. Si alguien sabe de algo, que me escriba.

22/07/2007

Palabras

Palabras de uso común que me eran ajenas pero ya soy capaz de usar en su contexto adecuado:

Me pongo una campera encima del pulóver para salir a la fiambrería a comprar jamón. Llevo las cuentas de lo que gasto en un cuaderno, anotando con una birome. Aprovecho para comprar pasabocas en el kiosko ya que siempre hay cerca uno abierto, no importa la hora. Si es después de las veintitrés ya no venden licor, pero si tengo ganas de bailar voy a un boliche. Bailo toda la noche con un chabón, la fiesta está copada. Antes de irme a dormir, ya en mi cuarto, enciendo el velador, que está conectado a una zapatilla porque el cable no alcanza. A lo mejor al otro día amanezco toda contracturada. Me desayuno un cortado con medialunas y facturas, y me visto de jogging para salir a caminar. Compro el diario para buscar laburo y regreso a preparar el almuerzo. Puede ser una ensalada de morrón que, absurdamente caro, es lo mismo que un pimentón. Y fideos con tuco. Esto es: cualquier cosa que sea pasta, con esa salsa de tomate que venden en todas sus presentaciones, pero siempre, siempre de tomate.
¿Y? ¿Entendiste, boludo?


19/07/2007

Tiempo

Cambia la percepción del tiempo, cuando hay estaciones. Pasa más rápido, o quizás hace más ruido al pasar. Se nota más. Se ven envejecer los árboles, amarillarse, morir. Se siente bajar la temperatura, llegar a su mínimo, y volver a subir. Porque ahora hace menos frío, parece que el invierno está cediendo. Y te das cuenta de que hace nada que estaba empezando, que ya pasaron tres meses, la temperatura sigue subiendo y quizás el invierno ya se esté yendo, y sabes que la primavera será igual de corta, y vendrá luego el verano y se irá, y el próximo invierno llegará y se irá igual.
Vivamos. Vivamos el día de hoy, porque solamente lo podemos vivir hoy, mañana ya habrá pasado.

17/07/2007

Cómo ser cliché

Ayer tuve una entrevista de trabajo, para una librería. Hace años que no tengo entrevistas, el trabajo independiente te absuelve de esas cosas odiosas. Hago lo que sea, trabajo todo lo que quieran, menos dar entrevistas, tal vez por eso no quiero ser famosa. Claro, esto es otra cosa: un hombre mayor de corbata detrás de un escritorio es lo bastante intimidante para que la cosa no marche bien. Un buen chapuzón inicial de principiante en estas lides. Hago pública mi experiencia, dicen que si no puedes ser un buen ejemplo, al menos debes ser una buena advertencia.

- ¿Y qué lees?
- Mmmm, me gusta..., eh... [No digas Borges. Algo fácil de recordar, de lo que estoy leyendo ahorita. ¿Cómo se llama ese libro que leo por las noches? ], mmmborges, y..., es que yo leo de todo, leo... [¡Ficción! ¡me gusta la ficción! ], eh..., no... ficción... [¿Dije ficción o no ficción? ]. Me gusta... [No digas cuentos. ¿Cómo era el tipo de los ensayos sobre la sociedad norteamericana? Ah, pero eso es no ficción, y ya dije ficción...], los cuentos..., como... [No digas Cortázar. ¿Cuentos? ¿El man que leo de los ejercicios psicomágicos? ¿Eso cabe dentro de la categoría cuento?] eh..., Cortázar..., y... [Cambia de tópico, ve a algo más convincente, algún filósofo tal vez, ¿cuál era el de la experiencia estética como acontecimiento? ¿Gadamer? ¿o era Derrida?], pues yo leo de todo... [Ya fue, no la embarres más], sí... [...].
- Bueno. [Acomodó los otros cinco currículums que tenía sobre el escritorio]. Vamos a hacer una preselección y te llamaríamos para una segunda entrevista, ¿vale?. Muchas gracias.

¿Qué más puedo decir?

Saltar sobre los muebles.

Hay una nueva habitante en la casa, hace unos días. Paola es una porteña que siempre sonríe, nada parece desanimarla nunca. Trabaja de camarera, en donde haya trabajo. La semana pasada renunció al restaurante en el que estaba porque se levantó y decidió que no quería trabajar ese día. Tiene 23 años y poca familia. Quiere viajar. Quiere estudiar. Vive en el cuartito de arriba, el que está junto a la terraza, el más frío de la casa, pero el único que ahora tiene televisión. Recién llegada, es quizá la que más ha vivido en este tipo de situación, casas con mucha gente, compartirlo casi todo, convivir con muchos carácteres distintos. Nada la descoloca, la vida es para vivirla y la comida para comerla. El domingo llegamos a la madrugada y Pao estaba en el living con un amigo escuchando música electrónica hecha por algún otro amigo de ella.
En la euforia de la amanecida nos tomamos el living y nos pusimos a saltar sobre los muebles. No hacía eso desde que era niña, la sensación de transgresión es evidente. Hace las cosas más tuyas, dejas tu huella en esos muebles y ya no los ves de la misma manera. Te percatas de que solo son muebles, que en realidad no están relucientes y que son para servirte y no al contrario. La complicidad en la que nos envolvió la situación nos animó. Bailamos música electrónica y quizás hasta ahora entiendo que esa música es popular porque se puede bailar de cualquier manera, según el ánimo, la gente y el lugar. Es como música autoajustable. Sin problemas, sin complicaciones. Como nosotros.

15/07/2007

Peña porteña

Las peñas son para divertirse. Just for fun, como dirían los turistas. Y no es porque no se trabaje un montón en ellas, hay mucha gente pendiente. Los de la casa ofrecen la casa, están pendientes de todo, se encargan de organizar el espacio del show, los cables, los micrófonos, de todo. Pero lo hacen con tal gusto, que es imposible no sentirse bienvenido. La gente lleva pasabocas, budines (que son unas tortas de harina), empanadas y sánduches. Nosotros llevamos una cerveza lo cual estuvo del todo fuera de lugar, porque todos tomaban vino. De todas formas aquí nunca te sientes fuera de lugar, porque parece que todos los demás lo están también un poco. Con la cerveza nos comimos nuestros panes, que tampoco merecían mucho, pero de todas formas se terminaron. A buen hambre no hay pan duro, decían en mi tierra.
Mucha gente, la mayoría amigos unos de otros. Viejos amigos, amigos de amigos, y recién conocidos, que para el caso es casi igual, sobre todo si estás en Buenos Aires. Todos están algo tomados y con ganas de reír. Una contadora de historias hiponotizante nos deleitó con cinco o seis. Como por ensueño, nos puso los pelos de punta con La pata de mono, ambientada con el sonido de un trozo de piano, la parte en que las cuerdas se tiemplan por dentro, dispuesto como un gran arpa cuadrada a la que le golpeas las cuerdas con un bastón para que emita un sonido quebrado, desgarrado, como oxidado y enfermo. Otras historias cantó y contó y por más de una hora no dejamos de mirarla, puedo asegurarlo, todos los que estábamos ahí. Dos o tres bises, hasta que ya estuvo bien.
El patio no fue demasiado frío para el intermedio, antes del micrófono abierto. Conversaciones, presentaciones, vino, risas, chismes, pasteles. Just for fun.
Otra vez en la sala con maravillosa calefacción, una poeta leyó, varios cantaron y tocaron guitarra, a dúo, en tríos, tratando de seguirse la letra o la música, tratando de tocar sin haber ensayado porque se acaban de conocer. Cantó uno que trabajaba en el subte, y otro que trabajaba en colectivos, otro cantó tangos, una brasilera cantó esas canciones en portugués que entiendes apenas un poquito pero te conmueve todo. Luego llegaron los percusionistas, de los que se puede decir que al menos uno de cada tres tiene rastas. Sacaron sus tambores y algunos bailamos a ritmo casi de mapalé el resto de la fiesta. El invierno invita a estas reuniones, a atrincherarse en una cueva caliente, donde todos estamos juntos y a salvo. Donde el calor humano trasciende las nacionalidades. Donde sientes el deseo de dar más que de recibir. Los argentinos son la gente más amigable que te podás encontrar, copados.

13/07/2007

Multi-pass

En Buenos Aires te pierdes de asistir a por lo menos tres eventos diarios. Cosas que has visto por ahí a las que te gustaría ir, mejor si son gratuitas, o baratas. Una vez fuimos a una obra de teatro por cortesía del Centro Cultural Recoleta que canceló un curso que ya se había iniciado. Era un monólogo, una mujer representando a cuatro que se sentían víctimas. Terminó mejor de lo que empezó, con sus correspondientes tangos. Pero hay días en que hay presentaciones, charlas, inauguraciones, fiestas. Decido ignorar la culpabilidad que sentía cuando no ibas a algo. De todas formas no estoy yendo a algo, ¿para qué preocuparme?

12/07/2007

Fundación

Encontré en el blog de una de mis compañeras de curso la explicación de por qué alguien querría fundar una ciudad aquí, donde no hay mucho más que una eterna oscilación entre el frío invernal y el calor veraniego, ambos extremos. No exagero: quiten la ciudad y no queda mucho aquí debajo. Pero bueno, razones hay. El que tiene ojos que lea.

¿Y dónde estabas, vos?

Yo no me olvidé la cámara en casa, es que no quise sacarla. Porque no se trata de las fotos, no se trata del registro. La vida no es un registro, un sacar fotos una detrás de otra, o memorizar datos o historias. Sino el estar aquí, el haber estado aquí en este momento, en la primera nevada en Buenos Aires en ochenta años según unos, o noventa, nadie se pone de acuerdo, de todas formas la primera nevada del siglo, y salir corriendo a la calle, dejando que la nieve me caiga encima. Es la emoción de ver a la gente gritando tirándose nieve, y congelarme la cara y reírme de estar en el Obelisco de Buenos Aires y que esté cayendo nieve del cielo.
¿Cuándo se volverá a repetir? Es en eso en lo que pienso, en ese futuro en el que voy a existir porque ahora somos los últimos que vieron nieve en esta ciudad. Recordar esta sensación, y cómo cortaba el aire la piel, y cómo todos publicaron fotos después, y hablaban de eso como una cosa maravillosa, algo mágico. Fue como si un suceso mágico colectivo hubiera caído sobre la ciudad y la hubiera transformado. Y los que vivimos aquí ahora nos miramos, cómplices, sabedores de una vivencia única. Por unos días es tema de conversación obligado "¿Dónde estabas, cuando la nevada?". Hasta los más huraños se conmovieron, a todos se les dibuja la sonrisa en la cara, se hacen preguntas, se comentan esas cosas que solo los argentinos saben comentar, se consuelan, "te lo perdiste, qué lástima!", lo que sea, pero todos tienen algo para decir. La ciudad tiene otro aire, ya todos sabemos que no se va a poner más frío, y ese frío que antes nos intimidaba se ha convertido por un momento en un aliado.
Y bueno, por eso no hay fotos. Pero da igual, porque de todas formas cuando llegué a la casa, me percaté de que la cámara estaba sin pila. Pero hay un par de fotos de la casa, igual, si las quieren ver.

9/07/2007

¿Que si hace frío? ¡Ayer nevó!

En la noche hace frío, y se te congelan los músculos porque el frío te cala. ¡Está haciendo un frío del orto!, dicen acá. Si Buenos Aires es tango, en invierno implica la calefacción. No hay mina que te baile con los pies congelados de julio, aunque con un par de buenos vinos, la danza fluye y los hombros se descubren.

Lo que más duele es la cara, la nariz se congela primero, igual que los dedos, las orejas no se sienten tanto, las mejillas es lo que más, y los contornos de la nariz. Las manos se salvan gracias a los bolsillos, mejor si llevas guantes. En las noches, en el cuarto, sólo piensas en la calefacción, o en meterte bajo las cobijas. Salir al baño es lo peor, a veces lo piensas de verdad. Pero eso es sólo por días. Ayer fue así, antes de ayer un poco menos, dos días antes hasta fue caliente. Ahora todos añoran la primavera, así como todos odian el verano. Nadie habla del verano con placidez, más bien es como una cosa que quiere ser olvidada, que no se querría repetir. Yo no conozco el verano, solo veo las expresiones de quienes sí. Les pregunto por qué fundar una ciudad aquí. Buenos Aires no era así, me dicen, antes era más otoño, más primavera, un clima más benévolo.

Releo esto, ahora. ¿Que si hace frío? Hoy es nueve de julio de 2007, son las 16 horas y media. Está nevando en Buenos Aires, la primera nevada en sesenta años, dicen unos. Caro nos llamó a la puerta, a avisarnos, se ve por mi ventana, cae delicadamente. Como novia nueva, para robarle una expresión a Francis Mallman. Gentes del trópico como somos, ignoramos el espantoso frío, nos lanzamos a Corrientes a ver caer la nieve en el obelisco, a que nos cayera encima, a sonreír como tontos. La cámara, como siempre en estos casos, sin suficiente pila. Gente tomando fotos por todas partes, al menos los pocos que estamos afuera. Un hombre en una cabina pública, envuelto en una chaqueta de cuadros y gorra, llamando a provincia, o quizás al otro extremo de la ciudad a gritar que ¡está nevando!. El parrillero de Jamaica nos aborda inesperadamente, mientras empaca nuestro pedido, ¿te podés creer que hace frío? Treinta años en Buenos Aires, che, y nunca ha hecho tanto frío. Nadie con menos de dos abrigos, bolsillos, guantes, gorros y paraguas, la calle empapada, la nieve cayendo. La gente se sonríe en medio de esa dolorosa simpatía que generan las bajas temperaturas. Algunos todavía gritan asombrados, la gente en los restaurantes mira hacia afuera. Bah, no es tanta conmoción, pero hay una suerte de euforia general, un desconcierto amigable. Es la primera nevada en décadas, ahora nadie lo duda, el invierno está aquí.
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Sigue nevando afuera, pero con un calefactor, algo dulce, música y teclado, no necesito más. Mientras existan esas cosas, me gusta esta estación, de habitaciones calientes y refugios, de quedarse en casa, o en cama, si cabe, buena compañía y buenos libros.

8/07/2007

De tenedor y cuchillo

Los tenedores libres son unos buffets a los que vas con la intención de comer mucho, sin que eso signifique comer delicioso, a menos que sea de rango alto. Se paga por puesto, con una barra de carnes, guarniciones y ensaladas, un postre, y bebida aparte. Para cachacos como nosotros, que los domingos almuerzan a las 3 ó 4 de la tarde, el tenedor ya está saqueado a esa hora. A punto de cerrar antes de la cena, sólo quedan restos de lo que parecían los mejores guisos y montones de platos que nadie ha tocado. ¿Sánduche de miga? Nada diferente de los sánduches triples que desayunábamos en Lima. Con las mismas variaciones, si he de ser sincera, y de hecho extraño la de palta. De todas formas, no es platillo común en un tenedor libre. Por lo demás, una barra de ensaladas que consuela cuando se quiere algo liviano. En general la comida es término medio, para las buenas familias, que quieren comer todos algo distinto el domingo. Faltan aquí las rotondas de los centros comerciales.

Porque de hecho el centro comercial aquí no es ese lugar de intercambio social que es en Bogotá. El Abasto Shopping, que antes era un abasto, un mercado, y ahora es un shopping, y que demuestra lo que Buenos Aires entiende por ir al ritmo de los tiempos, es un centro comercial de ropa y nada más. Nada barato eso sí, todo de cierta exclusividad, y un estilo de los que hacen los cortes por temporadas. “Para este invierno se imponen las texturas sintéticas, los tonos grises, los accesorios de cuero”, lo que sea.

Celebramos aniversario en un tenedor libre combinación de comedor argentino y comida china. Un poco de todo, o sea no mucho da nada en particular, sobre todo de ese cerdo agridulce del que solo quedaban un par de bocados. Comemos lo que parece familiar, ya que lo que no parece tampoco tiene un sabor familiar. El restaurante es curioso porque todo quiere parecer más elegante de lo que es, los manteles, la gaseosa servida en copas de vino, los meseros ridículamente uniformados. Nos cobran mientras comemos porque ya van a cerrar la caja. Prefiero las parrillas, con su despreocupación sincera por la pulcritud. Te vas cuando todavía quieres un poquito más, pero de un tenedor libre te vas cuando ya no quieres nada.

7/07/2007

¿que cómo es una parrilla?

Copada, che. A Jamaica, la que nos gusta ir, es una típica porteña, con mesones y sillas altas, que quedas sentado enfrente de la parrilla, a espaldas del parrillero, viendo esas pequeñas montañas de chorizos, bifes, lomitos, semicrudos o cocidos, con un aroma a carne que te morís. Los cocineros, sarcásticos de corazón, se gritan por sobre los clientes, se insultan mientras echan un chiste, cariñosamente, como el del tango que, con gran tranquilidad, amablemente, le fajó treinta y cuatro puñaladas. La televisión siempre tiene fútbol, y todos son hombres comiendo carne y saludándose.
Los argentinos todos se saludan de beso, si son amigos, o recién conocidos. Uno por uno, conocidos y desconocidos, hombres y mujeres por igual. Es fácil hacer amigos porque vos te presentas solo, no tienes que esperar intermediarios. Basta un amigo común, o estar en la misma fiesta, o la misma reunión, a veces el mismo bus es suficiente. Si eres simpático, o si tienes suerte.
Porque carnes hay muchas, está el asado, el vacío, el churrasquito, la bondiola, el cuadril, matambre, chorizos, morcillas (pero no rellenas, señores, ese es el problema, no con arroz o arvejas secas, no. Simple y llana sangre cocinada, de donde deducimos que es mucho muy mejor un choripan que un morcipan). Hay pollo para los menos arriesgados. Todo acompañado de guarniciones al gusto: ensalada, fritas (por montones), pan francés, tortas y, eso sí, todo el aderezo que se quiera. Hay salsa chimichurri y provenzal, que es de ajo y perejil.

Lo más conveniente es pedir un vaso de vino, que es mucho más barato y saludable que una gaseosa. También se vende para llevar, en ese eterno papel de envolver que existe en toda fiambrería argentina, como una clase de papel periódico envolviendo las viandas plásticas transparentes, rectangulares y no suficientemente grandes para lo que sería un corrientazo colombiano. Si andás corto de dinero, una milanesa puede salvarte el almuerzo, si bien sus dos terceras partes son la harina con que apanan la carne. Pero todo va en una cama de fritas que eleva cualquier colesterol.

Una buena parrilla siempre tiene comensales, por definición. Si no es así, es porque la parrilla está cerrada.

5/07/2007

...y de tangos

Cuatro bandoneones al frente tocan tango enfurecidos, los ojos cerrados, las manos crispadas, las rodillas sosteniendo los abanicos que se despliegan en rítmico frenesí. El conjunto entero con cuatro violines, piano, contrabajo y chelo hace vibrar las paredes de la bodega desde el suelo hasta el techo. Tango desenfrenado, luces solo para el escenario, y la bodega a reventar, cerveza y vino en todos los vasos. Reservas para mesa copadas desde antes de ayer, nosotros en las tarimas traseras, una pista de baile en la que no hay espacio para bailar, apenas una pareja o dos disfrutan de la música demostrando que saben bailarla.
Una única clase al inicio, a la que llegamos evidentemente tarde, apenas nos dejó el sabor del baile. Una pequeña indicación, rogué, y fue mínima: bailar tango es como caminar, solo hay que balancear el peso entre los pies, el resto es práctica. Lo intentamos por tres tangos más hasta que los demás principiantes se dispersaron y se llevaron nuestro anonimato.
La orquesta se llama Orquesta Típica Fernández Fierro. Todos son hombres, todos son jóvenes, todos estuvieron de acuerdo en titular el nuevo álbum Pura Mierda. Un rollo gigante de papel higiénico colgaba sobre el escenario tapizado de imitaciones de enormes azulejos. Se ve que hay bastante gente trabajando en esto, el sonido es excelente, las luces no son azarosas, y una orquesta de doce personas en escenario no es poco trabajo.
Un bandoneón ya suena a tango, pero cuatro son una furia enloquecida. El bajo y el chelo mantienen el suelo sonoro, sigue siendo tango, dos por cuatro, pero sobre ellos se elevan las notas entremezcladas, que suben como una escalera, ascienden y revuelven todo, retumban, bailan con los que no bailan y bajan de nuevo, y se deslizan como persiguiéndose por todo el escenario, cada quien a su modo, cada instrumento en su propia improvisación, escuchando a los otros y superándolos y arremolinándose hasta que por fin se unen de nuevo, todos en orquesta, para finalizar con un acorde que los aplausos ya no dejan escuchar.
Hay que estar en un concierto de tango en vivo, sobre todo si estás en Buenos Aires.
Más aplausos.

de fútbol...

Semana de tradiciones argentinas. Partido Colombia-Argentina. Plan de
amigos que se preparan por tres horas para algo que dura dos. Mercados
que cierran temprano para dispensar a sus empleados. Acomodación en el
living, rotación de sofá incluida, pizzas caseras hechas por las
mujeres, litros de cerveza Quilmes y muy puntuales a las diez menos diez
viendo salir las selecciones en el televisor. Cuatro argentinos, dos
colombianos, y un ecuatoriano que se nos unió por afinidad de bandera.
Ausencia general de las mujeres, a las que representé por pura
curiosidad. Me perdí el primer gol nuestro, mala cosa, porque luego no
tuvimos muchas oportunidades de celebrar. Narrador de fútbol con acento,
pero sin pasión (esa que evidencia en el tono desesperado cuándo uno de
los dos equipos va a anotar aunque no se entienda nada de lo que está
diciendo). Mejor que los narradores gringos, eso sí debo admitirlo, y
aderezado con las risas de los chicos ambientando el partido. Gritos en
cada anotación, más estentóreos y abundantes para los locales. Miradas
de reojo hacia nuestro sillón cada vez que un colombiano se ponía
violento, tarjetas amarillas y rojas para Colombia, qué pasa, che, es
que después del pibe Valderrama y de Higuita la selección no es lo que
era. Eso dicen ellos, eso digo yo, también. Pero yo no sé nada de
fútbol. Que metimos dos goles, y ellos cuatro. O sea que perdimos.
Perdimos, perdimos, pero nos divertimos.

3/07/2007

CÓMO NO COMPLICARSE LA VIDA:

No preocuparse por las cosas que todavía no nos ocupan, en primer lugar.
La vida aquí, en toda su fugaz fragilidad.
Quiero ruido en mi cuarto, y tener internet. No quiero horarios, ni complicaciones. No quiero lo que sé que no quiero. Aunque no sepa lo que quiero.
Y por sobre todas las cosas, no quiero tener que.

29/06/2007

Calor en provincia

En provincia atardece de un modo sutilmente diferente. O quizás era el
día, con el cielo límpido de otoño, como debería ser siempre. Caminamos,
como siempre, más de diez cuadras. Una casa de familia. Una casa con
calefacción, que es algo que me es ajeno todavía. Poder quitarme la
chaqueta, el suéter, los zapatos. La gente se sorprende de que sea
delgada, siempre me ven llena de chaquetas. Tomar mate con facturas. No
es que no me guste el mate, simplemente no reemplaza al café. Hablar de
cualquier cosa con gente que acabo de conocer (ya me estoy
acostumbrando), jugar de reojo con un nene de un año que no hace
demasiado lío. Adormecerme un rato por la temperatura cálida, junto al
calefactor, a sabiendas de que debía tomar un tren, cuarenta minutos de
frío hasta el centro. Comer muchas más facturas de las que me
correspondían y todavía otro par de galletas saladas. Salir al frío que
esperaba más frío, a esperar un colectivo que solo sabes real cuando lo
ves venir en el fondo de la calle.

Sin más palabras.

La primavera llega el 21 de septiembre.

A propósito de las últimas fotos.

Protestas por todas partes. Nadie sabe de qué, y no parece importar
mucho. Corrientes es como la séptima bogotana, aquí convergen todas las
manifestaciones de Buenos Aires. Lo mejor es cuando llegan a la 9 de
Julio, el otro día salí con mi cámara ni bien los oí llegar por
Corrientes, para ver cómo un río de gente bloqueaba la gran avenida. El
espectáculo no era tan impresionante, sobre todo si no se tiene un
objetivo amplio para poder captarlo. Y si no hay tanta gente como para
que una avenida de doce carriles se vea tumultosa. No importa, de todos
modos fue una cosa circunstancial. Coincidimos, los manifestantes y yo.
Para hacer una manifestación en Argentina, principalmente necesitas
ruido. Bombos, platillos, cornetas, tambores. cualquier instrumento
rítmico y ruidoso te asegura presencia, aunque el grupo sea de diez
personas. Diez personas no pueden hacer mucho escándalo, pero si se
trata de diez bombos...
Por lo demás, lo común: pancartas, gente vestida de colores similares,
algunas fachas extravagantes y más bien poca arenga. Caminar hasta
llegar a la plaza de mayo. Seguir tocando los bombos. Esperar a que
descongestionen Corrientes.
Contemplar la larga estela sobre el pavimento, de panfletos que nadie
recoje.

28/06/2007

Encontrado en viejos escritos

Dos razones para el viaje:
Saber qué pasa, finalmente, cuando estamos bajo presión.
Desaparecer por fin nuestra falta de confianza, el agobio por lo
abstracto de problemas que no tenemos.
Lo que queremos realmente, como somos realmente.

La inestabilidad.

26/06/2007

De tomar

Me parece que aquí todo se resuelve con mate. El frío, la conversación y el plan vespertino. Pese a que hemos ofrecido alternativas colombianas, o los ánimos experimentales son más bien escasos, o la pasión por el mate es inigualable en estas tierras, y eso es lo que más se consigue para combatir el frío. Aunque también existe cierta popularidad por el café en diversas variaciones (en cualquier confitería):
Café: Una taza tintera de café negro, malo, amargo y necesitado urgentemente de azúcar. Las siguientes variaciones tienen esta misma presentación.
Cortado: café negro en agua con un chorrito casi imperceptible de leche.
Lágrima: Café en leche, esto es, leche caliente con una lágrima de extracto de café.
Los precios del café así servido, en todo caso, pueden triplicar o cuadriplicar los de sus equivalentes colombianos, con lo que además de añorar ese aroma lleno de sabor, uno se siente doblemente estafado.
Según la confitería pueden acompañar esto con una galletita, y siempre con azúcar, edulcorante, un vaso pequeño de agua (para pasar el sabor del café, claro), y a veces un vaso igual de jugo de naranja de caja (que nunca es igual al natural, esto lo debemos reconocer todos).
De aguardiente,ni hablar, ese término es conocido solo por quienes han recorrido tierras al norte. Aquí se toma cerveza y vino, dos alternativas más rentables que las gaseosas o los jugos. Recuerdo que un buen pedazo de carne y una botella de vino eran productos obligatorios en los carritos de mercado en Mendoza, tierra de viñedos y de donde vienen en general todos los vinos, al menos los buenos.
Hay otras cosas. En El Bolsón, Daniel nos mostró que el Fernet se toma mejor con cocacola. Es un licor amargo, con cierto componente herbáceo verdusco, que se toma en sorbos cortos, y con una larga conversación.
Y para los abstemios, se puede comprar una Terma, que viene en botellas plásticas, como una gaseosa, pero es un agua sin gas preparada a base de extractos hierbas. En realidad, solo sabe bien si se sirve fría y mezclada con soda, que aquí se consigue en esos sifones que usaba Mafalda cuando jugaba a ser astronauta.
Nosotros nos hemos dedicado a la vida sana, y aparte de la cocacola personal que Andrés se toma religiosamente todos los días, en general solo bebemos agua. Es verdad que sirve para calmar la sed.

El café

Me parece que aquí todo se resuelve con mate. El frío, la conversación y
el plan vespertino. Pese a que hemos ofrecido alternativas colombianas,
la pasión por el mate es inigualable en estas tierras, y eso es lo que
más se consigue para combatir el frío. Aunque también existe cierta
popularidad por el café en diversas variaciones (en cualquier confitería):
Café: Una taza tintera de café negro, malo, amargo y necesitado
urgentemente de azúcar. Las siguientes variaciones tienen esta misma
presentación.
Cortado: café negro en agua con un chorrito casi imperceptible de leche.
Lágrima: Café en leche, esto es, leche caliente con una lágrima de
extracto de café.
Los precios del café así servido, en todo caso, pueden triplicar o
cuadriplicar los de sus equivalentes colombianos, con lo que además de
añorar ese aroma lleno de sabor, uno se siente doblemente estafado.
Según la confitería pueden acompañar esto con una galletita, y siempre
con un vaso pequeño de agua (para pasar el sabor del café, claro), e
incluso de jugo de naranja de caja (que nunca es igual al natural, esto
lo debemos reconocer todos).

Café y mate

Ícaro vive con Karen en San Martín. O San Algo, no estoy segura.
Provincia, o sea el pedazo de ciudad al que voy en tren. Dicen que en
provincia hacen dos o tres grados menos de temperatura que en capital, y
voy a empezar a creerles. Solo que Ícaro tiene calefacción de gas, y
nosotros apenas tenemos un calentador de ambiente. Pero no importa,
porque todavía no se congela nadie, el invierno acaba de empezar. Ya es
oficial.
Tomamos café colombiano, eso sí, el de verdad. Huele a café y sabe a
café. A mí siempre me preguntan si en Colombia tomamos mate o algo
parecido. Se diría que tinto (café negro), pero no es igual. el mate
tiene una connotación social, la gente se reúne, charlan, comparten el
mate. En Colombia se toma tinto porque el tinto es rico. Por tomar algo,
porque sí. Solo o acompañado. Por calentarse, por mantenerse despierto.
Pero tomar mate estando solo es un pocoun contrasentido, no tiene
gracia, no tiene ese espíritu de comunión que tienen acá. La
conversación como centro social, hablar un montón, y hacerlo bien, sobre
nada en particular, sobre boludeces, como dirían aquí. En esta casa
somos gente callada, más bien silenciosos, iniciamos pocas conversaciones.
Y eso que ahora hablo mucho más que antes.

25/06/2007

Para el norte

¿Que cómo está Buenos Aires? Sí, frío, pero no tanto. O al menos no tanto como me imaginaba en Colombia. Llueve, de vez en cuando, pero cuando lo hace parece que se nos fuera a venir el cielo encima. El jueves llovió, y para mi sorpresa hacía menos frío del habitual. O quizás fue porque no salí casi de la casa. Cuando se tiene un cielo tan limitado, no es aliciente para una vida en exteriores el verlo nublado y cargado de electricidad. Aunque tiene su carga poética, con todo eso, es verdad. El cielo porteño cargado de electricidad poética.

Colombia ahora parece un sueño que me hubiera mantenido durmiendo dos semanas. Me dejó un buen par de buenos recuerdos, y he decidido olvidar aquí los que no lo fueron tanto. Fui y volví sin novedad, y tanta gente me ha preguntado cómo es posible que haya regresado por tan sólo diez días, que he empezado a preguntármelo yo misma también. Quizás decida un día darme vacaciones, y regresar de incógnito, eso sí (¿o sería de incógnita?), que prefiero verme diez días con dos personas, que ver a veinte en un solo día. Fue como cuando uno se ve en una fotografía, sabe que estuvo ahí porque salió en la foto, pero la foto misma es más permanente que la presencia.

Pero por fin puedo escribir esto en mi cuarto, y en mi máquina. Es verdad que no puedo enviarlo ahora, pero mi dependencia de los locutorios es cada vez menos angustiosa. Ya es noche cerrada, como corresponde a un invierno declarado, creo, a partir de este fin de semana. Y el cuarto está tibio gracias a nuestro nuevo calentador de ambiente. No había forma de que yo sobreviviera una semana más sin él. Y no es que sea tanto el frío, porque ya lo dije que no hace tanto. Es su persistencia, el tener frío todo el tiempo, el que las manos estén frías siempre, aunque afuera haga sol. Tener la posibilidad de calentarse en cualquier momento es algo que solo aprecian quienes viven en una casa sin calefacción.

Por lo demás, en estas tierras han explotado poco el poder calorífico del cacao y el chocolate calientes, de los que todavía me queda una buena reserva. No puedo decir lo mismo de las arepas, que mermaron tan rápido que ya pronto las extrañaré de nuevo. A mí lo que me sorprende es que algo tan versátil pero tan sencillo de hacer como un emplasto de harina sobre una sartén no haya trascendido más fronteras. Debe ser la latitud, digo yo, que como el sol no se mueve encima de nosotros no haya existido aquí el concepto de la tierra plana, y a lo mejor la génesis de la arepa se encuentre precisamente ahí. Habría que explorar esta teoría, si hay algún antropólogo que acepte el reto.

En la semana que estuve fuera, Andrés sobrevivió con una alta dosis de choripanes, que tampoco tienen mayor misterio: un chorizo a la parrilla, partido en dos a lo largo, y puesto sin más preámbulos en un pan partido al medio que parece francés, aunque digan que no, y aderezado con lo que el local ofrezca, que no va mucho más allá de mayonesa y una especie de chimichurri de calidad altamente variable. Harina y proteína, que básicamente resume los dos componentes principales de nuestra dieta, salpicados con un zapallo por aquí, una berenjena más allá y tomate cuando el verdulero no se pone aristocrático. Yo sé que suena muy básico, en comparación con nuestro menú diario en Colombia. No se lo tomen al pie de la letra, que cualquier afirmación universal en este contexto no se refiere a Buenos Aires, ni siquiera a la Capital, sino a este sector diminuto que llaman el centro, casi el microcentro (¡existe!), donde la gente no come lo que el resto de los mortales. Los porteños, al menos. Los turistas sí tienen una oferta de lo más variada en estilos internacionales, a precio de turista, claro. Otra cosa es el resto de la ciudad, de la provincia, y del país.

Aprovechando estas salpicaduras de información, y como me percaté que mi visita a Colombia suscitó preguntas que bien podría responder en este espacio, insto a mis lectores de otras tierras, o de estas, qué carajo, a que sacien su curiosidad conmigo. Contestaré todas las inquietudes de las que me sienta capaz. De paso me dan un par de temas para escribir aquí, porque confieso que hay días en que no sé qué contar, por sorprendente que eso pueda parecer. Los escucho, o mejor: los leo.

20/06/2007

Segunda vuelta

De nuevo en Buenos Aires, en la ciudad sin horizontes que no distingue a extraños. Llego y me encierro a dormir dos días seguidos para compensar

mi trasnocho de toda la semana. A quienes me vieron en Bogotá, disculpen
mi corta estadía. A los que no me vieron, disculpen mi ausencia. Se ve
que diez días no me alcanzan para todos mis compromisos en Bogotá, pero
son suficientes para olvidar mis compromisos en Buenos Aires. De paso,
antes de mi avión tuve que reacomodar, cuando no desechar, alrededor de
veinte kilos que llevaba de exceso de equipaje. Era eso o pagar
trescientos quince dólares de sobrepeso como me informó la aerolínea. Me
quedé con bastante café y bien poca masa para arepas, un par de dulces y
suficiente ropa para alcanzar a la primavera, creo. Al menos, más de la
que había antes.
Sonará pretencioso, pero mi agenda me quitó todas las ganas de escribir
en este blog, cada minuto libre fue aprovechado en visitas, llamadas,
compras o sueño. Y fue como un sueño haber estado en Colombia, y volver,
con la frente quizá más marchita, pero los desayunos de esta semana
nutridos por arepas y cacao casero. A Bogotá no la vi diferente porque
la ciudad haya cambiado, sino porque yo he cambiado, y ahora la veo con
mucho más cielo y más verde que antes, y también más paranoia y
agresividad en las calles. La ciudad plana y alta en la que el sol se ve
avanzar, llena de paradojas. Me gusta la sabana, como debió gustarle a
sus primeros habitantes, pero lo que más me gusta de ella es lo que
tiene de sabana, más que lo que tiene de ciudad. Bogotá es
contradictoria, y ha de ser en esos desencuentros uranos en que se
descubre su magia. Por lo pronto, me quedaré en la mole de concreto, ancha y ajena de la que, de paso, subo fotos del día de hoy, enrarecido y lluvioso, pero tomadas antes de llover.

Saludos a quienes me leen desde tierras lejanas, me alegra haber sido portadora de mensajes inesperados y alegres.

14/06/2007

Todas las fotos todas

Los siete días que llevo en Colombia no me han dejado un respiro. Buscar, visitar, comprar, hablar, tratar de hacerlo todo en diez días. Logré un apunte apenas en el blog.
Pero tengo una buena noticia: conseguimos un patrocinador para la versión completa de Flickr y ya podemos acceder a todas sus ventajas. Esto significa que a partir de hoy, están disponibles todas las fotos del viaje, todas todas, desde el principio. Una buena oportunidad para que los atrasados se pueden actualizar de las imágenes desde enero. También estoy trabajando en una clasificación, que sigue preliminar, pero ya pueden encontrar carpetas a la derecha de las imágenes.
Y ya no tenemos límite de descarga, así que no hay que esperar hasta el 3 de cada mes cuando se llene la cuenta. Esto, hasta ahora es lo que mi tiempo aquí me ha permitido.
Gracias, Manuel. Abrazos desde el norte y desde el sur.

11/06/2007

En avión

Yo lo que pienso es que fue una fortuna poder elegir entre pasillo o ventana, a mí me encanta mirar por las ventanillas, porque se ve pasar todo, se sabe por dónde se llega. Y miraba hacia abajo, hacia las nubes y los huecos que las nubes dejaban, y pensaba en que los cuatro meses que tardé en recorrer todo esto los estaba recorriendo de vuelta en seis horas. Hay quien dice que seis horas es un viaje pesado, pero después de pasar veinte horas en un bus ya nada es demasiado. Me gustan más los recorridos minuciosos, cuando llegas y te vas como quieres, y te detienes donde el corazón te llama.
Y todas las historias que están allá abajo, desparramadas. Viajar en avión es como viajar en subte: sabes dónde te subes y dónde te bajas pero ignoras por completo el camino de enmedio, toda la tierra que hay. Y desde arriba no se distingue nada, no supe en qué país estábamos, qué era lo que estaba viendo, o qué había debajo de las nubes. Los aviones son raros, la tripulación ya ha olvidado que están recorriendo tantos kilómetros y todo el tiempo esperé que el piloto anunciara por dónde estábamos pasando. Quizás es porque me gusta tanto viajar por tierra, y es que todos los demás pasajeros parecían indiferentes al hecho de que hubiera varios países pasando por debajo de nosotros. Mi compañero de asiento duró la mayor parte del viaje cubierto hasta la coronilla con la frazada que dan, sin querer saber siquiera que estaba en un avión.
Yo con una ansiedad creciente, viendo cómo cambiaban las formas de las nubes, cómo mientras más nos acercábamos al Ecuador se iban haciendo cúmulos más altos y más densos, no como la manta horizontal de neblina que se ve en el sur. Cada vez más montañas y más verde, ríos diminutos, y campos sembrados con formas cuadriculadas, rectilíneas, como rectángulos cosidos en una colcha. Y luego terrenos inmensos y despoblados, con ríos como serpientes, con árboles y pantanos, quizás la selva, sin montañas.
Y de la nada el piloto anuncia el aterrizaje, ya llegamos, Bogotá salió de la nada, tan verde y tan amplia, tan llena de las cosas que no veo hace cinco meses. Aquí estoy de nuevo, pero sigo de viaje.

6/06/2007

Otra vuelta

Estoy a menos de 12 horas de tomar mi vuelo hacia la soñada Colombia. Tengo las mariposas en el estómago que siempre me acompañan antes de esta clase de aventuras, y que me preocuparé el día que me abandonen.
No tengo miedo del encuentro con el pájaro que vuelve a enfrentarse con mi vida (como dice el tango). Lo que sí es que llevo una maleta vacía y una memoria llena de recuerdos para contarles todo. Todo lo que recuerde al menos, que ahora no sé si olvidé más cosas de las necesarias, y todo lo que no he puesto aquí...
Pero estaré allá, de cuerpo presente, para el que me quiera ver.

5/06/2007

Capital y provincia

Poca pantalla, poco caminar, mucho pensar y esperar. Tengo algunas fotos que no he subido porque en vísperas de viajar los locutorios me repelen cada vez más.
El domingo pasado estuvimos en provincia, que aquí es todo lo que esté por fuera de la muralla que contiene a Capital Federal, y se llega en tren. A Castelar es menos de una hora. Pero en realidad es la misma ciudad continua, no hay potreros, no hay campo intermedio, casas y casas y casas. Muchos más antejardines, parques, árboles y tranquilidad. La gente vive menos afanada, se siente menos la densidad urbana, el sol llega hasta el pavimento de la calle y caí en la cuenta de que hace rato que no veía niños por la calle. El centro es centro aquí y en Cafarnaúm, edificios altos, gente de negocios con sus caras de preocupación, volantes entregados en cada esquina, basura, motores ensordecedores, y todo cuesta el doble. Pero salimos en todos los mapas, que ignoran abiertamente más de la mitad de la capital.
La provincia de Buenos Aires es más grande que la capital, pero parece no existir para los porteños.

31/05/2007

Si piensa vivir en un clima frío, no compre muebles de cuero.

Hoy hace un frío de mierda. Te lo dirá cualquiera por la calle. Se mete por los agujeros (intencionales o no) de la ropa y te entumece las puntas de los dedos, de las manos, de los pies, de la nariz, de las orejas. No hay sol, no hay lluvia. No hay calefacción en la casa (pero una casa fría en invierno es una casa fresca en verano). Quizás compremos un calefactor.
Cosas agradables en invierno:
una ruana de lana.
encerrarse en la cocina y encender el horno de gas.
la tela térmica del sleeping-bag.
la hornilla de la estufa encendida, calentando la tetera llena de agua.
una panza de gato.
meter las manos debajo de las piernas.
lavar los platos con agua caliente.
pensar en unas medias térmicas.
el ventilador de un computador encendido.
un mate caliente.
una biblioteca con calefacción.

Que me vuelvo, carajo!

Pero apenas por diez días. Mis ángeles guardianes me han permitido una pequeña licencia y visitaré Colombia por diez días (del 10 al 17 de junio). Apenas ayer pude confirmarlo (por eso no había dicho nada). Es un viaje relámpago para solucionar el problema (a). En esas, y buscando trabajo en GBA, no he podido concentrarme mucho en este espacio. Pero pasito a pasito se llega lejos, y hoy subí un par de fotos nuevas.
¿Todavía se comen arepas en Colombia?


Ché, ¿viste? Piola es copado

Así, sin más explicación.

(argentinos)

26/05/2007

disculpas públicas

Quiero pedir disculpas públicas por mis ausencias persistentes en este espacio. Pero me justificaré propiamente: no tengo una oficina, ni nada parecido. Considérese que (a) no tengo computador y (b) no tengo conexión a Internet. Esto implica que yo debo escribir, siempre, en un computador prestado o alquilado, con particularidades diferentes de pantalla (no hablemos de los teclados) y con mis archivos de un lado a otro en la cámara porque ya no tengo memoria USB. Por lo general, cuando tengo ánimos de sobreponerme a estas molestias no hay un equipo disponible, o tengo que salir al locutorio a que el implacable cronómetro o el frío que hace hasta el local me digan cuánto tiempo dedicar a mi blog. Afortunadamente, estamos en espera de una máquina que me va a ayudar a solucionar el problema (a). Sobre (b) todavía falta mirar, pero al menos serán solo dos teclados diferentes para manejar. En fin, habrá quien me entienda. Y habrá quien diga que me hago la víctima. Y pienso que los dos tendrán razón, al fin y al cabo no hago sino reírme un poco de todo esto, que les cuento es para que se rían conmigo.

Por los lados les cuento que subí un par de otoñales fotos para no desentonar.

Nunca disfruté tanto del sol como en otoño

Ah! Qué maravillosa tarde en Buenos Aires, dos pares de medias de colores colgadas en las cuerdas de tender de la terraza, y el sol que se despide del otoño y nos deja en el medio de la tarde de un domingo de mayo.

Y aprendo a disfrutar de ese otoño, cuando che inti, el antiguo hacedor, nos sorprende todavía por los rincones de la calle.

23/05/2007

Buenas nuevas

Una buena noticia, de ayer: Andrés consiguió trabajo, o más bien, consiguió una oportunidad para estudiar caligrafía. La cosa es como sigue: la maestra que dicta las clases en la Papelera Palermo notó su particular interés por convertirse en calígrafo (algo que todo el mundo toma como un hobby) y le ofreció un cupo en su curso privado, que dicta ella a seis estudiantes, fuera del taller, durante un año, materiales del curso incluidos. A cambio, él será su asistente personal y absorberá como una esponja (estoy segura) todo lo que ella pueda enseñarle.
La caligrafía, de maestro a aprendiz, le está abriendo las puertas a través de Silvia Cordero Vega . Ella, a su vez, fue aprendiz de Brody Neuenschwander (¿alguien se vió la película Escrito en el cuerpo ?). 

Cambio de luc

Para atenernos a las nuevas caras que deben adoptarse en los nuevos ambientes. Ayer hice un par de arreglos aquí, pero no se asusten que todo sigue igual: el link de las fotos sigue a la derecha, y todo está más o menos igual salvo los colores, creo. Ya me dijeron que el contador de visitas voló (involuntariamente), y me sería de gran ayuda si alguno recuerda más o menos con exactitud la cantidad de visitas que llevaba hasta ayer, para poderlo poner de nuevo. Es que se fue al cesto de la basura, y debo componer otro nuevo.
Cosas de la tecnología.

Buenos Aires después de las 19hs

O incluso desde antes. Esta ciudad no es agresiva, no se ven los indigentes que se te acercan con cara de matones y una botella rota en la mano. A las once de la noche la calle bulle de gente, los cafés siguen llenos a las cuatro de la mañana aunque haga un frío de pedos. Basta un buen abrigo, una bufanda, un cuello alto, que es todo lo que la gente usa para defenderse cuando sale a la calle.

Es difícil cumplir en Argentina la consigna de no-hables-con-desconocidos porque en cualquier momento viene una señora a quejarse contigo de cómo está caro todo, o sugerirte una exposición para visitar si amerita la ocasión, o preguntarte de dónde eres, porque se nota que no eres de aquí ¿no?

Entre las nueve y las diez, eso sí, la ciudad exhibe su basura. A cambio de tener un panorama siempre limpio, la basura debe sacarse en ese lapso de tiempo, con penalización para los infractores. Al otro día, mágicamente, las bolsas negras han desaparecido, y a veces dejan a su rastro objetos inverosímiles: canastos, muebles, estantes, cosas que fueron desechadas demasiado pronto.

Subte hasta las once, y colectivos toda la noche, a veces lentos, pero seguros, más de media hora no tenés que esperar, no importa la hora que sea. En los bares la entrada libre (cuando la hay) es hasta las dos o tres de la mañana, cuando se empieza a prender la rumba, nunca antes. En toda la capital, bebidas alcohólicas para llevar a tu casa solo hasta las once, con sus veladas excepciones, claro, porque una ciudad no puede mantener sus vicios diarios con los precios que cobran los cafés y los boliches, que muchas veces quintuplican los precios de supermercado.

Calles tranquilas, frías y solitarias las del centro, en la periferia del obelisco donde después de las diez de la noche no hay abierto nada que no sea un restaurante o un kiosko. Olvídate de conseguir carne, leche o pan a esa hora. Los kioskos (siempre hay uno abierto, no importa la hora) son tiendas en donde la oferta no va mucho más allá de cigarrillos, gaseosas, comida de paquete, alfajores y golosinas en general. Pero si son las tres de la mañana y tienes hambre, un paquete de diez madalenas no cae mal. Como ponquecitos Ramo, pero más pequeños y con más azúcar, son una pequeña reminiscencia de casa, allá donde el centro bulle de pinchos y chorizos casi toda la noche. Es verdad, prefiero la sal que el azúcar.

22/05/2007

frío chiquito

Aquí hace frío si no se está al sol. Y la humedad se mete por debajo de las frazadas y deja húmedo el colchón y la gente que duerme en él. Entonces estás húmedo y caliente. Y te levantas, húmedo pero ya no caliente (eso es lo que me obliga a volver a la cama).
Si eres friolento, tus manos estarán heladas todo el tiempo que las dejes por fuera de los bolsillos o los guantes. Verás el sol por la ventana y te preguntarás cómo es que puede brillar tanto si adentro sigue frío. Es como un frío chiquito, porque no es tanto, pero igual está siempre ahí, cuando está.
A los de aquí se les hace raro Colombia, donde puedes estar frío todo el año en Bogotá y viajar dos horas para estar caliente en Girardot, todo el año.

20/05/2007

chino

Hay un restaurante chino, ya no me acuerdo dónde, cuyo primer plato de la sección Mariscos se llama Felicidad para todos.

18/05/2007

El gato sobre las tumbas

Hoy visité el cementerio de la Recoleta que, como todo lo de interés en esta ciudad, está lleno de turistas registrándolo todo. Estuve un buen rato buscando la tumba de Evita Perón, sin mucho convencimiento y sin mucho éxito en verdad. Pero vi un par de cosas interesantes, en este lugar en que me sentí orgullosa de mi vitalidad, atisbando entre los muertos de piedra y de olvido.

Me gusta cuando la piedra se mancha por la humedad y pone ojeras en las esculturas de los ángeles, y hace que las cosas dejen de verse nuevas. Algo nuevo en un cementerio es casi como una ofensa, como esos mausoleos relucientes de mármol pulido que parecen bóvedas bancarias con entradas de cajero automático.

Me gustan también las expresiones dolientes de esas estatuas de piedra, que irradian esa melancolía de seis menos diez, cuando suenan las campanas que anuncian que el cierre está próximo. Se quedan mirando al vacío, con ojos sin pupilas, como si en el fondo de sus corazones de piedra se alcanzaran a conmover con la ausencia de los que tampoco están aquí.

Pero sobre todo me gustan los gatos, que andan en grupos de cinco, de diez,+ grandes, felpudos, cafés, grises. Parece como si formaran parte del paisaje, como si cuando hicieron el cementerio los gatos ya estuvieran allí. Se apostan todos en cualquier lugar a mirar a los turistas y dejarse fotografiar sobre los mausoleos, y no les importa.

17/05/2007

Hay una casa llena de gente.

Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho. Bailan, se quejan, gritan, ríen, cocinan, abrazan, ayudan, lloran, hablan, juegan, remiendan, lavan, abren las ventanas, suben el volumen, lo bajan, ponen velas, meditan, celebran, se encierran, comen, escuchan.

Hay tres en la sala despatarrados en los sillones blancos, dos en el cuarto tomando mate antes que se enfríe el agua en el termo de plástico, uno en el baño-sauna que empaña el espejo cuando abren la ducha, y grita ¡Agua! cuando alguien abre en la cocina. Otros dos deben estar afuera, trabajando, o pasando la noche en esta ciudad que duerme de día. Volverán más tarde a poner música alto, a comerse las sobras de arroz en la nevera, a dormir hasta el mediodía. A buscarse la vida, como casi todos aquí, que buscamos la vida antes que nos encuentre la muerte.

15/05/2007

La Feria de San Telmo_

Vajillas antigüas, espejos, joyas del siglo antepasado, fotografías, botellas vacías de sifón, cubiertos de plata, boleras, cómics viejos, pipas, juguetes de hace treinta años, canastas de cocacola de madera, acetatos de tango, chales de abuelas.

Orquestas que tocan tangos a dos bandoneones y banqueros.

Un bailarín de tango callejero baila con una muñeca de trapo, una mujer europea canta en francés tocando un acordeón, un organillero hace cantar a un par de loros, un titiritero maneja al borrachín sobre la tarima de juguete al compás de un tango tocado en vitrola.

Colaboración

Samuel envió esto a mi correo personal, pero considero que va muy bien aquí...

" (...)

Deben recordar que no están en el trópico, donde el mar es sinónimo de calor. Yo tuve la misma sensación de frío en la Florida, y eso que allí no llegan las estaciones con el rigor del norte; pero igual, hay una época en que el sol no calienta y uno puede permanecer horas debajo del mismo sin lograr tibiar el cuerpo. El mar igualmente se enfría, y el agua no sólo no es tibia sino que es casi helada. Es algo que tenemos los del trópico pero que solamente reconocemos cuando nos hace falta. Calor todo el tiempo que queramos y que tenemos con sólo bajar 40 minutos y ubicarse a 800 metros del nivel del mar. Es decir si tienes frío puedes ir a Melgar, donde jamás sentirás frío así no se le vea la cara al sol. En fin, como te digo es como la música que suena completamente distinta a como la oye uno aquí. Pasaba lo mismo con el kumis o el yoghurt, que en Florida no se conoce, y a uno le sabe exquisito cuando se lo llevan de acá. Claro, aquí es bueno, pero no sabe lo mismo. Es una buena experiencia, lo mismo que reconocer que la tierra verdaderamente vale la pena.

(...)"

14/05/2007

Aaaarrrrgggghhh!!!

Escribí por un par de horas, lo que iba a publicar aquí y varios correos electrónicos. Los grabé en mi memoria USB. Vine al locutorio. Mi memoria se acaba de dañar. Perdí en ella toda la información digital que tengo en Buenos Aires.
Les juro que aquí iba un post que me encantaba.
No voy a escribir nada más.

12/05/2007

el lugar en el que nadie sonríe

Ayer monté en el subte por primera vez. Se bajan unas escaleras que uno se siente descendiendo al Averno, unas primero para comprar el ticket y otras más para tomar el subte. Me sentí como en una película, con las luces de neón, las vallas, y las sillas para esperar.
El vagón surge desde el lugar menos esperado, me sorprendí mirando hacia el otro lado cuando ya venía detrás mío. Pero no se ve venir, ni siquiera se oye. Se siente. De pronto el aire resuena y el túnel retumba y es un rumor que viene de lejos y se acerca. Luego la ráfaga de viento, el vagón que se detiene y las puertas que se abren sin atropellar a nadie.
Adentro, es un clima como de limbo. Cuando no hay un vendedor, todo está en silencio, un silencio raro, tapizado con el ruido del vagón contra las paredes del túnel, colándose por las ventanillas abiertas, el bamboleo, la gente medio colgada de los aros que tienen los tubos del techo. Pero lo más impresionante es sentir que ninguno de los que viajan en el subte están realmente allí. Todos viajan con una expresión ausente, metidos en sus propios mundos que se deben parecer mucho entre sí, porque todos tienen esa misma expresión de seriedad, de neutralidad, de falso estar. Al menos cinco personas cerca de mí tienen un celular en la mano en el que marcan con desenfadado interés, escriben mensajes, revisan directorios, juegan. Varios otros tienen audífonos, y al menos se siente su presencia de gente que mira el mundo con banda sonora.
De cuando en cuando alguien se para de repente y se acerca a la puerta. el vagón se detiene otra vez (en subte todo es tan cerca), unos bajan, otros suben, nadie habla con nadie, y nadie sonríe. Van a decir que yo leí mucha Mafalda, pero me acuerdo de Quino todo el tiempo, hay una tira en que el papá de Mafalda va sonriente en el subte porque ella le desó felíz día con un beso. "Y a este qué le pasa?" dicen los demás, cuando lo ven con esa sonrisa de ensueño en el lugar en el que nadie sonríe. Pero hay que hacer una pequeña precisión: no es que todos en el metro vayan enfadados. Es que no están ahí. Están arriba, con sus familias, con sus trabajos, con el partido de fútbol, con el sueldo que pagan del primero al siete, con deicidir si como en la casa o afuera, si total me sale lo mismo con lo caro que está todo. Están afuera, con los niños que esperan en la casa, con el resultado de Gran Hermano, con la marcha de protesta por la indignación, siempre por algo, siempre hay alguien indignado, aquí la indiferencia tiene otro sabor.
Y yo me pregunto, con uno de esos pensamientos míos trágicos que me dan a veces: ¿si el subte se descarrila y "espachurramos todos", quién de ellos dirá que vivió concientemente, hasta el último minuto? ¿quién recordará al que viajaba al lado? ¿quién sabrá cuál era la historia del ciego que pidió monedas esquivando a la gente que no veía?
Y lo escribo, sentada en el locutorio, mirando una pantalla que me tiene siempre en otras partes, otras latitudes, otros temas, y no sé cómo se llama la mujer china que atiende por las noches, en el turno de 18 a 4, ni si le alcanzarán los 600 pesos que gana de domingo a domingo.

9/05/2007

No somos gente acelerada

Antes que nada, he de decir que esta no es mi ciudad, como lo escribí anoche en el primer ejercicio de mi clase de dramaturgia. Y no lo es porque aunque vivo en ella, sé que no quiero vivir para siempre. Ni siquiera estoy segura de querer vivir aquí un año entero. Después de semanas de naturaleza y campo, la ciudad es apabullante.
Para un par como nosotros, lentos para la toma de decisiones, para arrancar cosas nuevas (aunque no lo crean salir de viaje nos costó meses de pensarlo y pensarlo), la ciudad tiene un ritmo demasiado frenético, el tiempo se pasa más rápido. Hace un mes, antes de llegar a Buenos Aires, las semanas eran largas, había tanto qué contar, pasaban tantas cosas. Ahora el tiempo parece haberse acelerado, un día ya no alcanza para vivir tanto, y una semana se pasa entre tareas parecidas (coger bus, comer, caminar por las calles llenas de comercio, ir a internet, estar en la casa, dormir, claro).
No somos gente acelerada, la pensamos bastante antes de movernos. O quizás es que nos hemos vuelto así.
A propósito, subí un par de fotos nuestras, para que nos vean.

8/05/2007

"ej qe las fotos shá están publicadas, ¿viste?"

(ya están publicadas), así hablan los porteños.
Porque los del norte hablan diferente, y los del sur también.
Pero dicen lo mismo.

Alguien me pregunta sobre Peludo. Pero Peludo no está hecho para trabajar. Le gusta quedarse colgado de mi bolso, todo el día, mirándolo todo pero sin hacer nada. Por eso ya no sale en las fotos, pero se los puedo comprobar.
A veces envidio a Peludo. (sólo a veces).

Muchas, muchísimas gracias a todos por sus mensajes de apoyo (muchos llegan a mi correo). Me llena de emoción saber que hay tantas velas encendidas en mi nombre, y encenderé una aquí por cada uno de ustedes.

5/05/2007

Que me olvidaba, che.

Ya tenemos casa, cama y techo. Por fin establecidos, recurrimos a los locutorios para seguir actualizando cosas. Me tomaré este tiempo para decir algunas cosas, a la luz de un comentario que recibí de uno de nuestros lectores. Antes que nada, un agradecimiento que no había hecho, es verdad, y agradezco ese recordatorio, como tantos otros de todas las cosas que todavía no sé que debo hacer ni cuándo hacerlas. Si a alguien no le quedó claro, durante las dos semanas que duró nuestra búsqueda de hogar, estuvimos alojados en la casa de Líbera, por la amable intercesión de Sebastián, un viejo amigo de Bogotá. Lo curioso es que todavía no conocemos a Líbera, porque justo pudimos quedarnos en su casa mientras ella estuvo de viaje, mirá lo curioso, por Bogotá. Mientras escribo este correo, ella debe estar a horas de bajarse del avión que la trae de regreso a Buenos Aires. Gracias, todavía anónimas, por cuanto no nos conocemos todavía, a Líbera por compartirnos tu casa. Y sobre todo, gracias también a Sebastián y a Caro, que fueron quienes convivieron con nosotros en estos días y nos ce-dieron ese lugar de reposo, de llegar a una ciudad grande y tener dónde quedarnos, de tener un hogar temporal, con algo de comida en la nevera (hay que decirlo), y gente con quién conversar lo que pasó en el día, lo que pasó en el corazón.
Lamento públicamente que mi narración no sea tan incluyente, que me salte tantas anécdotas, tanta cosa buena y tanto "devenir", como dirían los filósofos posmodernistas. Cada día nos pasan tantas cosas, y mi conexión a internet es todavía tan limitada (léase que no tengo ni conexión, ni computador propio, todavía), que no se imaginan la cantidad de cosas que se quedan por fuera en una o dos escasas horas de navegación. Los que navegan en un computador ajeno sabrán entenderme. Prometo, otra vez públicamente, que cuando consiga mi computador, redactaré una sección especial de inéditos, hasta donde mi memoria y mi tiempo lo permitan. Sepan que la aventuira no ha terminado, que el conseguir casa no ha puesto un punto a nuestro viaje. Como lo dijo Sebastián alguna vez, hace tiempo ya, una vez que se ha comenzado a viajar, no se deja de viajar nunca, porque aun el regreso es otro viaje, es llegar a un lugar que ya no conoces. Así que, gente, no se rindan en su lectura, que (como dicn en Bogotá, esto se compone!). El viaje sigue.
Gracias a todos por sus comentarios de apoyo, y también para los de envidia (si la sienten es porque no hemos sido tan pesimistas, ¿no?).
Un par de fotos de la casa, como para que se legitimen estas dos semanas, estoy subiéndolas hoy, que parece que por fin me puedo actualizar a ese respecto, después del bache que se abrió en Flickr cuando bajamos a la Patagonia.

2/05/2007

¡Paren las prensas!

Se le informa al apreciable público que ¡Tenemos casa!
Salió muy así, sin esfuerzo, cuando Sonia llamó a un clasificado de un sitio de internet que hay, y fuimos a verlo. Resultaron ser un dos cineastas, que viven con otra gente, como cinco, y alquilan este departamento E N O R M E en pleno centro de Buenos Aires (a dos cuadras del Obelisco). Reultamos conversando de muchas cosas con ellos, y nos invitaron a cenar (nosotros cocinamos y ellos pusieron todos los víveres). Tiene un cuarto bastante grande, con un techo alto, muy alto. Tienen baño con bañera metálica y una cocina muy buena, y están equipados con lo necesario para sobrevivir, incluyendo clases de yoga, meditación y reiki, nevera, calentador de agua, un grupo de gente muy chévere, y un televisor de 60 pulgadas con cable y DVD. No hay calefacción, y en el invierno, pues... ya veremos que se hace. Además tiene un precio muy bueno, y no necesitamos depósito, ni nada.
Y, ¿que querés? Está re-copado, che. Rebuena onda. Lo malo, es que no hay teléfono fijo, ni internet. Pero está bueno, muy bueno. Y ese si va a ser nuestro cuarto. Y nos pasamos mañana.
Otra noticia es que a Andrés, ya le salió un trabajo acá, con una amiga que se llama Daniela, haciendo una página web. Aún no sabe cuento le van a pagar, pero cualquier cosa es cariño, como dicen. Y por algo se empieza... En fin, todo está saliendo super. Gracias a la Señora por todo lo que nos da, y a todos ustedes por sus buenos deseos, que nos llenan de bendiciones.
--
Konrad
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Los fines no justifican los medios, porque la medida verdadera de nuestro carácter está dada por los medios que estamos dispuestos a utilizar, no por los fines que proclamamos.

Cuatro cosas nuevas

Pongo este post para tres cosas:
Dos agradecimientos especiales, uno para Carmen y Guillermo por ese apoyo desde tierras newjersianas, y otro para Ana Dely por la invitación con sazón colombiana. Gracias, gente, toda su colaboración nos anima a seguir adelante con muy buen ánimo!
Gracias también por los buenos deseos en el día del diseñador gráfico. Estamos explorando nuevas facetas del diseño, un oficio que dejamos quieto desde Bogotá.
La cuarta es que ya subí una nueva tanda de fotos. Me sigo desatrasando.

De Buenos Aires, mapas y chinos

Buenos Aires. O de cómo buscar casa en una ciudad con una oferta inmobiliraria limitada. La Capital Federal, lo que no es oficialmente provincia, limita con un río y una muralla. Todo se mueve dentro de ese marco. A veces, casi nunca, te sirve el metro. A veces, algunas, caminar bastante. Casi siempre el colectivo, que tiene setecientas cuarenta y nueve líneas, cada una con un trayecto de ida y uno similar (pero nunca igual) de regreso, y paraderos propios cada tres o cuatro cuadras. Me he pasado la semana ubicando números de plano, cuadrantes y direcciones en una ciudad sin montañas. En esta ciudad el mejor punto de orientación es un obelisco que no es suficientemente grande y en todo caso se oculta perfectamente entre los edificios que tiene alrededor. Te aprendes las calles sí o sí, o te pasas un buen rato descifrando el mapa.
Paralela a esta navegación urbana, una intermitente búsqueda por la red, peinando páginas de anuncios para compartir departamentos, tratando de encontrar algo en la maraña de ofertas publicitarias de residencias estudiantiles. Sitios lejos. Sitios caros. Sitios oscuros y pequeños. Sitios demasiado ordenados. Sitios usureros. Sitios que no terminan de convencerte. Entre tanta búsqueda algo resulta, hay destellos de un lugar apropiado.
Pero hemos hecho avances: ya sabemos que cerca de la casa pasan la ruta 24, la 124 y la 134, y varias otras que nunca nos sirven para nada. Que Corrientes eimpre va hacia el río, y que todo cambia de nombre en Rivadavia. Que donde los chinos es más barato, pero que debes andar con cuidado.
Chino: inmigrante que llegó a Buenos Aires a poner un negocio de chinos o a trabajar en él, preferiblemente un mini super. Habla el suficiente español para hacer cuentas y tener bastante vocabulario para definir los productos que pasan por la caja. Un chino te tratará bien mientras le compres bastante, y será ininteligible si tratas de negociar con él. Si hay un reclamo, los chinos nunca hablan español. Muchas veces yo he llegado a dejar que el chino me venda lo que él quiera para evitar la fatiga de tratar de entenderme con él. Y estamos pensando que es una estrategia de mercado.

26/04/2007

Desactualizandome de todo

Hola a todos.
Son las 3.42am, hora de Buenos Aires. No es que me guste acostarme a esta hora, pero tengo muchas tareas pendientes: buscar casa, buscar trabajo, buscar estudio, y no abandonar a nuestros lectores en esta aventura, que aunque se quede moment{aneamente localizada en Buenos Aires, se seguirá publicando, porque esta ciudad es inagotable, lo puedo decir a una semana de estar aquí.
pero todas esas tareas me dejaron tiempo para subir más y más fotos en el álbum, si bien no para escribir aquí. Están cordialmente invitados a verlas en el acostumbrado link. No he terminado con la Patagonia, pero avanzo, avanzo. Ya casi.

22/04/2007

Por fin las fotos de La Patagonia

Bueno, ya puedo decirles que al fin estoy actualizando las prometidas fotos en Flickr, aprovechando una lluviosa tarde de domigo en Buenos Aires, y que el computador estaba libre. Claro que no alcancé a subirlas todas porque son un montón, pero ya pueden deleitarse con las primeras de Bariloche, El Bolsón y alrededores. Prometo que en mi próxima conexión subo el resto, y me rinde más porque ya las tengo escogidas (solo subo de las mejores, para no copar el espacio en Flickr).
Además, ahora tenemos que salir a ver la primera casa donde preguntamos por el alquiler de una habitación. Hay que empezar por algún lado.