23/05/2007

Buenos Aires después de las 19hs

O incluso desde antes. Esta ciudad no es agresiva, no se ven los indigentes que se te acercan con cara de matones y una botella rota en la mano. A las once de la noche la calle bulle de gente, los cafés siguen llenos a las cuatro de la mañana aunque haga un frío de pedos. Basta un buen abrigo, una bufanda, un cuello alto, que es todo lo que la gente usa para defenderse cuando sale a la calle.

Es difícil cumplir en Argentina la consigna de no-hables-con-desconocidos porque en cualquier momento viene una señora a quejarse contigo de cómo está caro todo, o sugerirte una exposición para visitar si amerita la ocasión, o preguntarte de dónde eres, porque se nota que no eres de aquí ¿no?

Entre las nueve y las diez, eso sí, la ciudad exhibe su basura. A cambio de tener un panorama siempre limpio, la basura debe sacarse en ese lapso de tiempo, con penalización para los infractores. Al otro día, mágicamente, las bolsas negras han desaparecido, y a veces dejan a su rastro objetos inverosímiles: canastos, muebles, estantes, cosas que fueron desechadas demasiado pronto.

Subte hasta las once, y colectivos toda la noche, a veces lentos, pero seguros, más de media hora no tenés que esperar, no importa la hora que sea. En los bares la entrada libre (cuando la hay) es hasta las dos o tres de la mañana, cuando se empieza a prender la rumba, nunca antes. En toda la capital, bebidas alcohólicas para llevar a tu casa solo hasta las once, con sus veladas excepciones, claro, porque una ciudad no puede mantener sus vicios diarios con los precios que cobran los cafés y los boliches, que muchas veces quintuplican los precios de supermercado.

Calles tranquilas, frías y solitarias las del centro, en la periferia del obelisco donde después de las diez de la noche no hay abierto nada que no sea un restaurante o un kiosko. Olvídate de conseguir carne, leche o pan a esa hora. Los kioskos (siempre hay uno abierto, no importa la hora) son tiendas en donde la oferta no va mucho más allá de cigarrillos, gaseosas, comida de paquete, alfajores y golosinas en general. Pero si son las tres de la mañana y tienes hambre, un paquete de diez madalenas no cae mal. Como ponquecitos Ramo, pero más pequeños y con más azúcar, son una pequeña reminiscencia de casa, allá donde el centro bulle de pinchos y chorizos casi toda la noche. Es verdad, prefiero la sal que el azúcar.

No hay comentarios.: