29/06/2007

Calor en provincia

En provincia atardece de un modo sutilmente diferente. O quizás era el
día, con el cielo límpido de otoño, como debería ser siempre. Caminamos,
como siempre, más de diez cuadras. Una casa de familia. Una casa con
calefacción, que es algo que me es ajeno todavía. Poder quitarme la
chaqueta, el suéter, los zapatos. La gente se sorprende de que sea
delgada, siempre me ven llena de chaquetas. Tomar mate con facturas. No
es que no me guste el mate, simplemente no reemplaza al café. Hablar de
cualquier cosa con gente que acabo de conocer (ya me estoy
acostumbrando), jugar de reojo con un nene de un año que no hace
demasiado lío. Adormecerme un rato por la temperatura cálida, junto al
calefactor, a sabiendas de que debía tomar un tren, cuarenta minutos de
frío hasta el centro. Comer muchas más facturas de las que me
correspondían y todavía otro par de galletas saladas. Salir al frío que
esperaba más frío, a esperar un colectivo que solo sabes real cuando lo
ves venir en el fondo de la calle.

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