12/08/2007

Ezeiza

Ayer fui a recoger a Leticia al aeropuerto Ezeiza. Viajó desde Bogotá y será nuestra vecina de cuarto. Tomé el colectivo 86 que, después de una hora y media de viaje, debía dejarme en Ezeiza. Me percaté que no tenía suficientes monedas y tuve que bajar, cambiar moneda y tomar el siguiente bus. Pagué $0.80 y no le dije nada al conductor. Al cabo de hora y media de recorrer calles en provincia, llegamos a un parqueadero en la mitad de la nada, rodeado de casas bajitas y poca actividad en las calles. No parecía haber mucho aparte de la gente que vivía allí. -Yo llego hasta aquí, me dice el conductor. Resulta que Ezeiza es el destino de otro ramal de la línea 86. Como yo no informé mi destino al subir, no me enteré de mi error. Debo regresar media hora de viaje y tomar entonces el colectivo correcto. Otro conductor acepta llevarme gratis de vuelta hasta la rotonda. Tomo el 86, esta vez con destino Ezeiza. Resulta que el viaje vale $1.25. En monedas sólo tengo $0.90 (el viaje normal cuesta $0.80). Nadie en el bus tiene para cambiarme $5 (de hecho, nadie tiene nunca para cambiar billetes). Un porteño me dona $0.50.
Llego a Ezeiza con una hora de retraso. Justo a tiempo para alcanzar a Leticia y devolvernos (¡sí!) en taxi. Qué bueno es volver a casa.

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