Una única clase al inicio, a la que llegamos evidentemente tarde, apenas nos dejó el sabor del baile. Una pequeña indicación, rogué, y fue mínima: bailar tango es como caminar, solo hay que balancear el peso entre los pies, el resto es práctica. Lo intentamos por tres tangos más hasta que los demás principiantes se dispersaron y se llevaron nuestro anonimato.La orquesta se llama Orquesta Típica Fernández Fierro. Todos son hombres, todos son jóvenes, todos estuvieron de acuerdo en titular el nuevo álbum Pura Mierda. Un rollo gigante de papel higiénico colgaba sobre el escenario tapizado de imitaciones de enormes azulejos. Se ve que hay bastante gente trabajando en esto, el sonido es excelente, las luces no son azarosas, y una orquesta de doce personas en escenario no es poco trabajo.
Un bandoneón ya suena a tango, pero cuatro son una furia enloquecida. El bajo y el chelo mantienen el suelo sonoro, sigue siendo tango, dos por cuatro, pero sobre ellos se elevan las notas entremezcladas, que suben como una escalera, ascienden y revuelven todo, retumban, bailan con los que no bailan y bajan de nuevo, y se deslizan como persiguiéndose por todo el escenario, cada quien a su modo, cada instrumento en su propia improvisación, escuchando a los otros y superándolos y arremolinándose hasta que por fin se unen de nuevo, todos en orquesta, para finalizar con un acorde que los aplausos ya no dejan escuchar.
Hay que estar en un concierto de tango en vivo, sobre todo si estás en Buenos Aires.
Más aplausos.
1 comentario:
Qué bueno que hayas disfrutado lo que tanto te gusta. Hay que repetirlo, siempre que se pueda.
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