8/07/2007

De tenedor y cuchillo

Los tenedores libres son unos buffets a los que vas con la intención de comer mucho, sin que eso signifique comer delicioso, a menos que sea de rango alto. Se paga por puesto, con una barra de carnes, guarniciones y ensaladas, un postre, y bebida aparte. Para cachacos como nosotros, que los domingos almuerzan a las 3 ó 4 de la tarde, el tenedor ya está saqueado a esa hora. A punto de cerrar antes de la cena, sólo quedan restos de lo que parecían los mejores guisos y montones de platos que nadie ha tocado. ¿Sánduche de miga? Nada diferente de los sánduches triples que desayunábamos en Lima. Con las mismas variaciones, si he de ser sincera, y de hecho extraño la de palta. De todas formas, no es platillo común en un tenedor libre. Por lo demás, una barra de ensaladas que consuela cuando se quiere algo liviano. En general la comida es término medio, para las buenas familias, que quieren comer todos algo distinto el domingo. Faltan aquí las rotondas de los centros comerciales.

Porque de hecho el centro comercial aquí no es ese lugar de intercambio social que es en Bogotá. El Abasto Shopping, que antes era un abasto, un mercado, y ahora es un shopping, y que demuestra lo que Buenos Aires entiende por ir al ritmo de los tiempos, es un centro comercial de ropa y nada más. Nada barato eso sí, todo de cierta exclusividad, y un estilo de los que hacen los cortes por temporadas. “Para este invierno se imponen las texturas sintéticas, los tonos grises, los accesorios de cuero”, lo que sea.

Celebramos aniversario en un tenedor libre combinación de comedor argentino y comida china. Un poco de todo, o sea no mucho da nada en particular, sobre todo de ese cerdo agridulce del que solo quedaban un par de bocados. Comemos lo que parece familiar, ya que lo que no parece tampoco tiene un sabor familiar. El restaurante es curioso porque todo quiere parecer más elegante de lo que es, los manteles, la gaseosa servida en copas de vino, los meseros ridículamente uniformados. Nos cobran mientras comemos porque ya van a cerrar la caja. Prefiero las parrillas, con su despreocupación sincera por la pulcritud. Te vas cuando todavía quieres un poquito más, pero de un tenedor libre te vas cuando ya no quieres nada.

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