11/03/2007

A orillas del Titicaca

Copacabana es un pueblo fronterizo, pero no tan feo como suelen serlo. Queda en las orillas del lago Titicaca, que es enorme. Hay sectores en que no se alcanza a ver la otra orilla, así que es como un mar tranquilo, dulce y azul. Hay un montón de hoteles y restaurantes, porque queda en la ruta de los viajeros como nosotros, y porque desde ahí se sale hacia la Isla del Sol, a una hora en lancha. Suena lejos, pero la verdad es que las lanchas llevan a unas 20 personas con un motor hecho para una barquita de 4, así que se llega al paso del marrano.
Aparte de los restaurantes que ofrecen trucha en todas sus variedades, algunos cafés para público extranjero, y el lago Titicaca, no hay mucho por hacer en Copacabana. Se puede subir en media hora al cerro El Calvario, que domina la ciudad, pero esa ruta se la dejamos a quienes nos emulen, porque estamos hasta la madre de subir montañas y de largas caminatas.
Por eso tampoco recorrimos toda la Isla del Sol. La lancha nos dejó en la parte norte, que es donde están las ruinas más importantes, de la cultura tihuanaco (anteriores a los incas) y otras de los propios incas, que llegaron después. Se dice que en esta isla nació el sol, de una piedra en la que se ve la cara de un jaguar (con algo de imaginación, para ser francos, o eso me pareció a mí). El nombre del lago viene de ahí: Titicaca- la piedra del jaguar. O sea, el lago donde está la piedra del jaguar. También hay unas ruinas incas, llamadas el laberinto, por sus calles intrincadas y estrechas.
Los paisajes son muy bellos, desde la isla se ve el horizonte con la cadena de nevados andinos a lo lejos, los caminos de piedra que parece que se hubieran formado naturalmente, las playas de aguas cristalinas. Hace un frío de miedo, sobre todo por las noches, en que generalmente llueve. A Sonita la agarró un resfriado en Copacabana que ya lleva 3 días de congestión.
En la isla hicimos las visitas de rigor, declinamos la caminata de 4 horas para salir al lado sur, y volvimos en nuestra lanchita prosaica a comer trucha en Copacabana (Nota al viajero: Es más barata, más rica, y la venden completa. En la isla vale más, no es tan rica, y solo te dan media).
Copacabana, trucha y más trucha, venta en las calles de cacahuates, pasancalla (en Perú: Coricancha, en Colombia: una especie de maíz pira, más grande, dulce y cauchudo), galletas de variados nombres que saben todas a lo mismo, una bebida que no nos atrevemos a probar que tienen servida de una vez en vasos con platos tapando para que no se metan las moscas, artesanos en la calle principal que nunca parecen vender nada pero todos los días te invitan al bar porque "esta noche hay toque".
El comedor popular es como las comidas que venden en las plazas, sólo que cada puesto tiene baldes de agua porque no hay grifos. No sé muy bien cómo lavan y es mejor no averigüarlo. Hasta ahora no hemos tenido problemas digestivos en Bolivia, pero tampoco hemos comido mucho en la calle, porque igual hay locales serios donde no sale tan caro.
Las fotos se las quedamos debiendo, porque no hemos conseguido aún el repuesto del cable USB, y no siempre hay lectores de tarjetas en La Paz.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola muchachos:
De fantasía las peripecias que tuvieron que hacer en el Perú. Si vieron avisos donde se decía que era prohibido hacer las caminatas? Pues se supone que lo que no está prohibido, está permitido. Deberían tener sistemas diferentes a los de los precios, para proteger las ruinas, o sencillamente no permitir que nadie las visite. Para qué sirven si no las dejan ver? Además los avisos deberían estar por todo el camino, y por lo que se vislumbra, no existían las prohibiciones. La malicia indígena parece que no tocó a los peruanos y se fué con los incas, pues de otra forma no se entiende cómo es que sólo se dan cuenta cuando los viajeros han culminado su etapa. Bien por hacer lo que debe hacerse. Deben cuidarse mucho de la altura y por ende del frío. Esperamos las fotos para completar la idea de MP. Sigan adelante como siempre y con buen ánimo. Un abrazo.