11/03/2007

Machu Picchu - última entrega

Bueno, ya que tenemos en Paz una tarde de domingo que amenaza lluvia, me puedo sentar por fin a la tarea de contarles en qué acabó Machu Picchu, porque se supo que llegamos, pero no cómo volvimos. Esta es la historia:
Después de que bajamos a Aguas Calientes desde Machu Picchu, todos mojados y con la lengua de corbata nos dedicamos a dormir todo el día. Hubiéramos pagado con gusto el tren de regreso si hubiéramos conseguido tiquetes para esa misma tarde, pero ya estaba lleno, así que decidimos pasar otra noche en Aguas Calientes y madrugar a hacer el trayecto de regreso caminando, por las vías del tren (no aceptado por la organización del parque), 30Km hasta un punto en que se puede tomar una combi (colectivo) hasta Ollantaytambo. Caminamos todo el tiempo sobre una carrilera llena de travesaños (claro) y esas piedras medianas que siempre ponen en las carrileras y que no dejaban caminar. Había un camino paralelo en el equivalente a una cuarta parte del camino. En todo el trayecto no hablamos casi nada por estar en un ánimo meditativo, con el ritmo de la marcha sobre la carrilera, el aprender a escuchar cuándo viene el tren y escuchar a la Pacha Mamma de vez en cuando. Caminar y caminar, los 30 kilómetros que se deberían hacer en 7 horas. Para nosotros fueron unas diez horas, con algunas paradas técnicas, y un almuerzo más bien frugal.
Vale anotar que perdimos casi una hora en visitar unas ruinas que había 2 kilómetros antes de llegar porque estaban solas, no había guardias ni puertas, y había unas escaleras que debían conducir a algún sitio. Deben salir en las fotos que alcanzamos a subir en Cuzco.
Cuando llegamos por fin al kilómetro 82, ya era demasiado tarde y no había carros de vuelta, y tuvimos que pagar el trayecto de los 2 por 20 soles, lo cual es un robo, es verdad, pero las opciones eran: dormir en la calle, porque en ese pueblo no hay hoteles, sólo campesinos; caminar otras 4 horas (o sea 6 para nosotros); dormir en las ruinas, 2 kilómetros atrás y contraviniendo una prohibición que debo profundizar:
Mientras decidíamos nuestra suerte junto a unos españoles que acababan de llegar con el ánimo de hacer lo mismo que nosotros pero al revés, se acercó una funcionaria del Instituto Yonosequé de Parques y nos pidió que la acompañáramos a su oficina. Una vez allá nos pidió el pasaporte y a los dos el estómago se nos encogió. Antes de dárselo le preguntamos por qué y nos dice que lo que vamos a hacer está prohibido y que no nos podemos ir caminando hasta Aguas Calientes. Le dijimos que SALÍAMOS de Aguas Calientes y queríamos llegar a Ollantaytambo y ella se cogió la cabeza como diciendo "estos muchachos ya la hicieron y ya qué", y se calmó y hasta creo que se disculpó con nosotros.
El asunto es que al parque no le interesa que nadie llegue caminando hasta Aguas Calientes. La única forma en que un turista puede llegar es pagando el tren de 50 dólares, o haciendo el camino del inca, que se hace en 3 ó 4 días y se paga en un plan con todo. De hecho cuando nosotros llegamos caminando, fue por la vía férrea, lo cual está prohibido. Pero si alguien está saliendo, más bien lo ayudan a salir y le piden que no aliente a otros a hacer lo mismo. Así que si alguien se siente alentado por nosotros, que no diga que fuimos nosotros.
Mientras hablábamos con la señora esta, los españoles alegaron que todo eso era un robo, que si tú no tenías 140 dólares, además de la estadía y alimentación por al menos 2 días en uno de los lugares más caros de Perú, no podías visitar el supuesto Patrimonio cultural de la Humanidad (¿pero cuál humanidad?) Haciendo cuentas, todas nuestras peripecias nos ahorraron U$280. Pero más allá de eso, toda lo que hicimos es una protesta contra el turismo indiscriminado, que para evitar que un lugar sea visitado por demasiada gente (y que se "arruinen" las ruinas), lo único que se les ocurre es cobrarlo caro, y dejarlo como veraneadero de los ricos a los que no les importan las tarifas. Para la muestra un botón: Vimos un hotel en Aguas Calientes, que la única diferencia con el nuestro (8 soles por cabeza) era el baño privado y la televisión. Mismas camas, mismo espacio, pero te cobran 120 dólares la noche por persona. ¿Y por qué? Porque si vienes a Machu Picchu, es porque tienes plata. Y te la sacan.
Fin de la historia: llegamos a Arin de vuelta a las 9pm, frente al asombro de nuestros amigos, que habían llegado como 4 horas antes, y la preocupación de que nos hubiera pasado algo. Y con medio pollo asado para no seguir engañando al estómago, que le gustan las proteínas de vez en cuando. (Lo sostenemos: ser vegetariano no paga).

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