16/01/2007

Rumichaca, o de las fronteras entre pueblos hermanos

Salimos de Ipiales (luego de llegar de las lajas) sin saber muy bien cómo era la vuelta. El colectivo nos dejó al lado del edificio de migraciones, donde una cola (¡no podemos huir de la cola! siempre hay una, en alguna parte...) nos permitió sellar el pasaporte. Hay un papel, para los que no tienen pasaporte, que se llama la tarjeta andina. Éste, junto con el pasado judicial, son las identificaciones para el viajero. Ya lo habíamos llenado cuando el empleado de turno en la ventanilla del DAS nos dijo que no, que si teníamos pasaporte, no necesitábamos la tarjeta andina. Ok. Mejor. Facilito, nos sellaron la salida, y caminamos para pasar el puente de Rumichaca. Es una sensacion extraña ver el mojón pintado en el puente con el numero cero, donde deja de ser territorio nacional colombiano y empezar a pisar otras tierras. Y estábamos emocionadísimos, felices, hasta que llegamos a sellar la entrada. Si, exacto: otra cola. Pero LA COLA. No era coherente con la de salida de Colombia, hasta que nos dijeron que los ecuatorianos hacen una fila para todo, para entrar y para salir, lo que obviamente demora mucho más la cosa. Conocimos un alemán, pero negro, que venia desde el sur (Argentina) hasta Colombia, y estuvimos hablando un rato con el, intercambiando impresiones y recomendaciones de viajeros. A esa cola entramos como a las 3pm y a eso de las 5:30 pm, cuando llegamos al donde el guardia de migraciones, lo primero que nos pide es la tarjeta andina. Le damos los pasaportes: "Igual la tiene que llenar, señor" y nos toca esperar un rato mientras la llenamos y el man alcanza a atender a otros turistas. A un tipo de medellín se le perdió la cédula, y estaba muy angustiado, había raizales, europeos, colombianos, ecuatorianos, músicos, artesanos y un hippie buscando la espiritualidad de la mano de Connie Mendez. Variopinto, sería el mejor modo de describir el escenario. Eso si, muy amables los guardias.
En fin, que llenamos la dichos tarjeta andina, y el tipo de la frontera nos pregunta que cuantos dias, y le dijimos treinta, pero nos puso noventa (Cool!). De ahi cogimos para tulcán, y de tulcán para Ibarra, donde casi no conseguimos nada porque el bus nos dejó en mitad de la nada, sin saber nada, sin encontrar ni un cafe internet ni hoteles. Al final un tipo muy amable nos dijo que nos tocaba coger un taxi, porque a esa hora (9:00pm) ya no pasan buses. Nos dejó en un hotel que no nos gustó, pero tenía una cama y baño. Dormimos, nos levantamos temprano, y salimos a desayunar, un desayuno muy bueno y barato: huevos, cafe o chocolisto, pan con queso y jugo, por 1 dolar. Luego camine y camine hasta encontrar este computador que se ha apagado tres veces, asi que yo dejo hasta aquí porque no quiero tener que volver a perder mas líneas de texto.

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