1/02/2007

Guayaquil City

Guayaquil City se va a reventar,
Tanto calor no se puede aguantar.
(Manu Chao).
 
Y es verdad. Salimos de Montañita y después de nuestro naufragio, renacimiento y caída como artesanos montañenses decidimos que ya no queríamos más playa, no más arena, no más gente tostándose que están interesados en todo menos en comprar, y no más pescado (después de una semana ya no es divertido) y dijimos: Salinas no, nos vamos a Guayaquil y allá vemos para donde pegamos. Eso y necesitar una ciudad grande para comprar algunos materiales, buscar un dentista, comprar un reloj, y comer carne.
Resultado:
No conseguimos los materiales que buscábamos.
No fuimos al dentista. Ibamos a ir porque a Andrés se le despotilló un diente arreglando una varilla de la carpa que se rompió en Montañita (Ah, no les habíamos contado: como la sal marina se come el metal, cuando fuimos a armar la carpa en Montañita se rompió una de las varillas que hacen que la estructura sea flexible y quede parada. Duramos una hora intentando arreglarla. Finalmente nos dieron un repuesto que tenían en el hotel de sobra, pero enebrar el elástico que sostiene juntas las varillas es todo un bollo. Lo logramos y ahora la carpa está bien, pero nos tomó hora y media).
En fin, a Andrés le estaba doliendo la encía y juraba que se le iba a caer el diente. Yo le dije que era pura impresión. Total, le dejó de doler, y yo le miré y lo que pasa es que se saltó una esquinita. Igual le dije que fuéramos al dentista, por si acaso, pero ya no le duele, y sin dolor no hay quien lo lleve al dentista. Dejamos así hasta una nueva manifestación del asunto. No más comentarios.
Sigo con la lista de Guayaquil:
Compramos un reloj en la calle por 2 dólares y a la media hora no servía. Tuvimos que pagar otros 2 dólares para que le cambiaran la pila. El reloj para despertarnos antes de las 7 porque en los hoteles nunca nos hacen el favor y estamos cansados de perder media mañana por no tener despertador.
Pero sí comimos carne, por fin.
Guayaquil: grande, rápida, caliente, húmeda, a veces bonita, a veces fea. La zona histórica está muy bien cuidada, el malecón es todo un paseo para enamorados (fuimos en la noche), con alamedas, balcones y cafés.
Y caliente.
Y más caliente.

No hay comentarios.: